* Por Fernanda López
* La finalidad del arte es algo que se ha discutido desde hace siglos.
Semanario Balún Canán/ Tijuana BC (SBC).- Mucha gente piensa que si le tienes que explicar una obra de arte, no es arte. Por lo que espera en su contenido podamos encontrar: ideas, procesos y emociones capaces de hacerte comprender de manera inherente su propósito. Y bueno, en gustos se rompen géneros; sin embargo, creo que esto va mucho más allá.
A lo largo de la historia el arte ha tenido objetivos distintos. En primera instancia el arte cumplió una función educativa frente al estado, sin irnos muy atrás en la Edad Media (entre los siglos V y XV) el arte era el único encargado de educar a una población entera y de transmitir y perpetuar la información del señor y de la iglesia.
Estos artesanos no contaban con las herramientas de los artistas de la Edad Moderna (entre el siglo XV y XVII) y es inútil compararlos con el Neoclásico.
Es un grave error pensar que el arte tiene como obligación imitar a la naturaleza, como el pensar que el arte tiene que ser considerado bello para ser arte.
La primera guerra mundial es otro ejemplo que nos enseña cómo el arte se revolucionó con su entorno.
La vida en sí había perdido el sentido por completo, la gente estaba despedazada, triste y lo podemos ver reflejado en la obras de la época; donde los artistas no se detuvieron a seguir las reglas académicas y usaron su arte como vehículo para soportar el dolor: para retratar los sentimientos de una sociedad que claramente estaba en crisis.
David Hume, historiador y filósofo ilustre, expone en su investigación sobre los principios de la moral:
“En muchos órdenes de la belleza, en particular los de las bellas artes, es necesario aplicar gran cantidad de razonamiento para experimentar el adecuado deleite que puede conseguirse mediante el argumento y la reflexión”.
Cita con la que podemos corroborar, es inaudito seguir juzgando el arte por los estándares antiguos que en su momento lo rigieron. Antes de sentenciar lo que es y lo que no, debemos ser conscientes de lo inmenso, evolutivo y abstracto que es el mundo del arte.
Estos son solo algunos ejemplos, y la discusión puede seguir solo si se cuenta con los argumentos necesarios y precisos para no caer en la desinformación.
El arte, le cueste a quien le cueste, tiene que ser explicado.