En cuestión de una hora la sentencia con la que Emilio Lozoya tenía esperanza de salir del Reclusorio Norte se convirtió en letra muerta, tanto que el exdirector de Pemex terminó rompiendo su copia de la resolución.
Ayer el juez José Artemio Zúñiga Mendoza celebró una audiencia en cumplimiento a una resolución emitida por el Tercer Tribunal Unitario en materia Penal en la Ciudad de México para revisar si Lozoya debía o no permanecer en prisión preventiva justificada por el caso Odebrecht.
Si el juez determinaba liberar al exfuncionario, no existía ya ningún documento que lo mantuviera en prisión pues en el caso Agronitrogenados ya le fue ordenada la libertad.
Los únicos en comparecer presencialmente fueron Lozoya y su abogado, Alejandro Rojas Pruneda.
En el momento en que el juez indicó que Lozoya no acreditó no tener intenciones de fugarse debido a que fue necesario emitir orden de aprehensión en su contra y traerlo a México luego de un proceso de extradición, el exfuncionario movió la cabeza para reprobar el argumento.
Soltó la pluma con la que subrayaba la sentencia, se cruzó de brazos y se recargó, molesto, para continuar escuchando al juez, ahora sin quitarle la vista de encima.
En cuestión de minutos, el juzgador ratificó la necesidad de mantenerlo en prisión preventiva justificada, declaró cerrada la audiencia y se despidió.
Emilio Lozoya tomó nuevamente la resolución a su favor, esa con la que se pensaba libre nuevamente, con coraje la rompió y antes de retirarse aprovechó para dialogar con su abogado.
Esta noche, Lozoya no será libre.