El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó ayer una ley de infraestructura de un billón de dólares frente a un grupo bipartidista y entusiasta en los jardines de la Casa Blanca, declarando que la nueva inyección de fondos para caminos, puentes, puertos y más hará que la vida del pueblo estadounidense “cambie para bien”.
Sin embargo, las posibilidades de que haya acuerdos bipartidistas adicionales antes de los comicios legislativos de 2022 enfrentan un panorama más complicado, ahora que Biden centra nuevamente su atención en negociaciones más complicadas en torno a un extenso paquete social de 1.85 billones de dólares.
El presidente espera utilizar la ley de infraestructura para reconstruir su popularidad, la cual ha resultado golpeada en medio de una creciente inflación y la incapacidad de deshacerse por completo de los riesgos económicos y de salud pública relacionados con el COVID-19.
“Mi mensaje al pueblo estadounidense es este: Estados Unidos está moviéndose de nuevo y sus vidas van a cambiar para bien”, manifestó Biden.
Con el acuerdo bipartidista, el mandatario tuvo que elegir entre mantener su promesa de promover la unidad nacional y su compromiso por un cambio transformativo. La medida final redujo gradualmente buena parte de la visión inicial que él tenía para invertir en infraestructura. Sin embargo, el gobierno espera promover esta nueva ley como un éxito que tendió un puente entre las divisiones partidistas y mejorará el país al proporcionar mayor acceso al agua potable y el internet de alta velocidad, así como un alejamiento de los combustibles fósiles.
