Afganos enterraban este domingo en un cementerio de Kabul a decenas de niñas, víctimas un atentado explosivo ocurrido ayer cerca de una escuela de la capital, que dejó 50 muertos, en el ataque más sangriento del último año en el país.
El portavoz del Ministerio del Interior, Tareq Arian, dijo a los medios que un coche bomba estalló el sábado delante del colegio Sayed Al Shuhada y otras dos bombas estallaron cuando las alumnas, presas de pánico, salieron corriendo al exterior.
Añadió que más de un centenar de personas resultaron heridas y que la mayoría de las víctimas son alumnas.
Las explosiones se produjeron en el barrio de Dasht-e-Barchi, en el oeste de la capital afgana, poblado principalmente por chiitas hazara, que suelen ser el blanco de grupos islamistas sunitas.
El atentado tuvo lugar cuando los habitantes hacían las compras para la festividad musulmana de Aíd al Fitr, que marcará el final del mes de ayuno del ramadán la próxima semana.
Las familias comenzaron a enterrar este domingo a las víctimas en un lugar llamado “Cementerio de los Mártires” en la cima de una colina.
El ataque no ha sido reivindicado, pero el presidente afgano, Ashraf Ghani, acusó a los talibanes.
“Este grupo de salvajes no tiene la capacidad de enfrentar a las fuerzas de seguridad en el campo de batalla, por lo que atacan bárbaramente edificios públicos y escuelas de niñas”, denunció el presidente en un comunicado de prensa.
“Cuerpos apilados”
Los cuerpos en ataúdes de madera eran sepultados por dolientes que permanecían en estado de conmoción y temor, constató un fotógrafo de AFP.
“Corrí al sitio (tras la explosión) y me encontré en medio de los cuerpos, con sus manos y cabezas arrancadas y los huesos aplastados”, contó Mohamed Taqi, poblador de Dasht-e-Barchi, cuyas dos hijas estudian en el colegio pero salieron ilesas.
“Todas eran niñas, los cuerpos estaban apilados uno encima del otro”, agregó.
La semana pasada, las alumnas del colegio protestaron por la falta de profesores y materiales de estudio, comentó Mirza Hussain, estudiante universitaria de la zona.
“Pero lo que obtuvieron (a cambio) fue una masacre”, lamentó.
En el sitio del ataque aún se observaban libros y bolsas escolares desperdigados por el suelo.
La agencia de la ONU para la infancia, UNICEF, condenó el ataque, señalando que “la violencia en o cerca de escuelas nunca es aceptable. Los niños nunca deben ser blanco de la violencia”
Talibanes advierten
Los talibanes negaron estar involucrados y afirmaron que no han realizado ataques en Kabul desde febrero de 2020, cuando firmaron un acuerdo con Estados Unidos allanando el camino para las conversaciones de paz y la retirada de las últimas tropas estadounidenses.
Sin embargo, combaten diariamente a las fuerzas afganas en el interior del país, a pesar de que el ejército estadounidense anunció que iba a retirar sus tropas.
En un principio, Estados Unidos debía retirar de Afganistán los 2 mil 500 soldados aún presentes el 1 de mayo.
Pero el gobierno de Estados Unidos aplazó el retiro al 11 de septiembre, fecha del vigésimo aniversario de los atentados de Al Qaida contra Nueva York y Washington en 2001. Y finalmente lo fijó el 4 de julio, un cambio que molestó a los insurgentes.
El líder de los talibanes, Hibatulá Akhundzada, advirtió este domingo que un aplazamiento en el retiro de las tropas sería una violación del acuerdo.
“Si Estados Unidos vuelve a incumplir su compromiso, el mundo debe ser testigo y responsabilizar (a Washington) de las consecuencias”, dijo Akhundzada.
El barrio de Dasht-e-Barchi ha sido blanco de ataques recientes de militantes sunitas.
En mayo del año pasado un grupo de hombres armados atacó un hospital en el área en una acción en plena luz del día, dejando 25 personas muertas, inclusive 16 madres de recién nacidos.
El hospital era apoyado por la organización humanitaria internacional Médicos sin Fronteras, que tuvo que retirarse después del proyecto.
Aunque el ataque no fue reivindicado, el presidente afgano acusó a los talibanes y al grupo yihadista Estado Islámico.
El 24 de octubre, un kamikaze se hizo explotar en un centro de formación en el mismo distrito, matando a 18 personas, entre ellas estudiantes en un ataque que tampoco fue reivindicado.