El cambio climático y los “desastres naturales” estimulan migración: CIGA

TIJUANA BC (SBC).- La migración también tiene causas ambientales que provocan refugiados climáticos, destacó el ingeniero José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), afirmando que más que “desastres naturales”, existe una mala planeación en la protección o preparación ante fenómenos naturales.

“Nadie que esté en estado de confort buscaría dejar su hogar; lo que impulsa a hacerlo son las condiciones hostiles, a veces repentinas y hoy estimuladas por el cambio climático o los mal llamados desastres naturales, causados realmente por la equivocada planeación en la protección y preparación ante fenómenos naturales que a veces son incluso provocados por actos u omisiones humanas”, sostuvo.

Remarcó que en un mundo conectado nadie puede decirse ajeno a otro y hay evidencias claras de que los países ricos y “desarrollados” son los mayores consumidores de energía y, por ello, los que más contribuyen al cambio climático, mientras que las regiones más pobres son las más vulnerables al cambio climático y, de seguir en esa dirección, cada vez será mayor el flujo migratorio.

Precisó que, según distintas estimaciones mundiales, desde 2008 cada segundo una persona se ve obligada a dejar su hogar por alteración drástica de su entorno, unos 19 millones en 2014 y, se calcula, unos 200 millones para 2050, cifra que en los próximos 50 años podría alcanzar 250 o mil millones.

“Lo anterior por el impacto en la seguridad alimentaria, en condiciones sanitarias y de salud; por bajo rendimiento de cultivos; por reducción dramática de la economía local; por disminución de los límites de sobrevivencia; en general, por condiciones de bienestar terribles que tienen consecuencias en la estabilidad política y la seguridad, derivando incluso en conflictos armados”, explicó.

Zavala Álvarez, que también es vicepresidente de Gestión Ambiental en la Cámara Nacional de Comercio de Tijuana, explicó que “refugiado” es un concepto que refiere a personas perseguidas en su país por razones de religión, raza, nacionalidad y que no pueden regresar porque está en riesgo su seguridad y su vida.

El maestro en bioingeniería aclaró que sólo las legislaciones de Suecia y Finlandia consideran el concepto de “migrantes medioambientales”, mientras que refugiados es un estatus de la norma internacional que obliga a brindar protección y refugio, por esto ahora es importante trabajar en esta definición.

Las aves y los insectos, afirmó, desde hace tiempo nos advierten, son monitores biológicos de alerta temprana de los desastres por venir; los ignoramos o no los leemos con suficiente determinación, pero hay cambios en los patrones, en las rutas migratorias de aves, sus refugios alterados y hay desaparición de insectos, como las abejas y con ellas su polinización para la producción de alimentos.

“Hoy la presencia de moscos y zancudos en regiones no tradicionales los vuelve vectores de enfermedades; especies en peligro de extinción que nos resultan ajenas y distantes, son señales de la alteración del ecosistema, son las fichas de un dominó biológico en la intrincada trama compleja de la biodiversidad de la que ninguno de nosotros debemos sentirnos separados o aislados”, complementó.

José Carmelo Zavala remarcó que la región Tijuana-San Diego, Baja California-California, es la frontera más frontera, la región de migrantes en la que se reflejan, se sienten, se respiran todas las contradicciones y se generan todas las oportunidades, pues aquí se construye el futuro, por la frontera llega el futuro.

“Aquí tenemos la historia de la migración, su presente y su futuro, es el laboratorio vivo para los dos países y para el mundo; las relaciones de la comunidad binacional son intensas, íntimas, hasta la promiscuidad; gobiernos de ambos países pueden aquí aprender de la sabiduría comunitaria, del conocimiento no científico de la vida diaria”, finalizó.

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