La del novelista zacatecano Severino Salazar (1947-2005) es una catedral “fundamentalmente de oración, que tiene que estar en todos nosotros como un ejemplo ético y crítico de las estructuras institucionales. Su narrativa se va por allí, por la destrucción de estas instituciones, burocracias, hipocresías, estas falsas semblantes. Lo que le importa es la verdad, lo que se diga y no si diga, porque eso se va a descubrir tarde o temprano”, expresó Antonio Marquet
El catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Azcapotzalco impartió la conferencia La catedral y el clóset, homenaje a Severino Salazar, actividad de la Feria Nacional del Libro Zacatecas, dedicada al escritor oriundo del poblado de Tepetongo, efectuada por vez primera en forma virtual del 1 al 17 de agosto.
La conferencia magistral de Marquet giró en torno a la ópera prima de Salazar, Donde deben estar las catedrales, otorgado el Premio Nacional Juan Rulfo para Primera Novela 1984. El especialista en Salazar precisó que en los años 50 del siglo pasado el desenlace de la homosexualidad era el suicidio y la somatización. Sin embargo, los protagonistas de la novela ni siquiera son conscientes que es posible el amor entre dos varones. En el horizonte de lo posible esto no existe, no se expresa, es imposible de reconocer y asumirlo.
Organizada en dos partes, Donde deben estar las catedrales fue escrita a principios de los años 80, “momento en que se buscaba levantar la represión, el movimiento de liberación homosexual ya estaba en marcha, había salido a las calles y se habían producido las primeras manifestaciones públicas”. La novela produce transgresiones en el amor: en la primera parte es el amor que no se atreve a decir, mientras que en la segunda una monja y un sacerdote cuelgan los hábitos.
En esta segunda sección el título de la novela “nos lleva a la pregunta por dónde deben construirse las catedrales”, indagación que actualmente “carece de interés”. Según Marquet el libro plantea que la catedral es un recinto de otra naturaleza. No depende de la existencia o no de un obispo, sino debe estar allí donde se le necesita, “entendida la catedral como manos tendidas hacia el cielo”. El gran acontecimiento en la novela es la resignificación tanto de un altar como de las biografías de los fundadores de Zacatecas, apuntó.
El conferenciante trajo a colación dos trabajos de Vicente Leñero, la obra de teatro Pueblo rechazado (1968), que en su momento “sacudió” a México, y el guión de la película El crimen del padre Amaro (2002), basada en la novela homónima de Eça de Queiroz, ya que junto con Donde deben estar las catedrales las tres son de ondas reflexiones sobre el Evangelio. “Si a Vicente Leñero se le preguntara dónde deben estar las catedrales su respuesta sería en los territorios afectados por el crimen organizado, con la tarea de prestar auxilio a quienes padecen inseguridad, extorsión y violencia”, sostuvo Marquet.