En el arte actual la noción de lo pictórico rebasa el cuadro de caballete

* Carmen Hernández, curadora en jefe de la Trienal Tijuana I: Internacional Pictórica, convocada por el Centro Cultural Tijuana, asegura que hoy la imagen pictórica tiene una dimensión espacial más abierta.

TIJUANA, B.C (SBC).- En la actualidad, lo pictórico continúa asociándose a la materialidad de la pintura y a la noción de cuadro de caballete, y acaso por ello “no siempre es apreciado dentro de la perspectiva del arte contemporáneo”, advierte la crítica Carmen Hernández, curadora en jefe de la Trienal Tijuana I: Internacional Pictórica.

La curadora de arte de origen chileno naturalizada venezolana no pudo participar en el conversatorio a distancia “El arte hoy a través de lo pictórico”, organizado por el Centro Cultural Tijuana en el marco de la campaña nacional Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

En comentarios por escrito que hizo llegar al Cecut, la crítica de arte señala que “para el comité organizador de la Trienal, retomar lo pictórico representa una forma de impulsar la producción artística local” en la búsqueda de un diálogo “con artistas internacionales que también se plantean una nueva perspectiva de la imagen como práctica problematizadora, especialmente de la imagen pictórica en una dimensión espacial más abierta”.

En opinión de la curadora sudamericana, “la idea de la Trienal emerge desde el deseo de imaginar nuevas formas artísticas asociadas a la imagen” y enfatiza que “la pintura, entendida como cuadro, ha perdido capacidad reflexiva, pues ha sido capitalizada por el mercado del arte”.

“Lo pictórico enfocado solo en el cuadro ha sido despojado de su sentido crítico, cognitivo y reflexivo”, subraya.

Si bien el arte pictórico cuenta con una trayectoria importante en Tijuana, que incluye una nutrida y variada participación de artistas regionales, en los últimos lustros “la imagen se ha expandido superando al cuadro y también ha recurrido a otros medios materiales, como la fotografía, el video y estrategias híbridas que pueden incluir acciones corporales, intervenciones de espacios públicos e, incluso, el mundo virtual”.

La curadora en jefe de la Trienal Tijuana I plantea también una interrogante: ¿Por qué es tan importante diferenciar la pintura de lo pictórico? y afirma que la historia del arte moderno se ha sustentado en una visión formal de tipo perceptualista que se enfoca en diferenciar las prácticas artísticas –como pintura, escultura, intervenciones del espacio público y acciones corporales– desde su materialidad y no desde su condición comunicativa.

Y va más allá al asegurar que actualmente en las curadurías o en los análisis críticos del arte se establecen categorías determinadas por el procedimiento material y no por su capacidad cognitiva, con lo cual se estereotipan y etiquetan a las creadoras y los creadores debido a que no se toma en cuenta que ellas y ellos pueden incursionar en todas estas estrategias.

Autora de varios libros enfocados al estudio del arte contemporáneo, Hernández tiende a ubicar a lo pictórico como un acto de rebeldía y se pronuncia por “revisar de manera crítica la noción de lo pictórico en el contexto contemporáneo, para abordar nuestras prácticas artísticas y ampliar así el horizonte de los modos de producción y de los modelos interpretativos con los cuales se estudia y valora el llamado arte latinoamericano o el arte producido por las ‘culturas del sur’”.

Señala que la Trienal Tijuana I: Internacional Pictórica “ofrece la posibilidad de definir cómo queremos ser reconocidos cuando teorizamos desde América Latina, como una forma de ir configurando una soberanía valorativa que identifique a la producción artística que se rebela frente a los esquemas establecidos por los circuitos internacionales”.

La académica sudamericana invita a los artistas, críticos, curadores y organizadores convocados por la Trienal a “asumir una postura de rebeldía o de disenso frente a las reglas del juego ya establecidas en el campo artístico, poniendo en duda, interrogando y resignificando los repartos identitarios, espaciales y políticos”.

“Afortunadamente, hoy en día presenciamos prácticas que revitalizan el poder de lo pictórico como imagen de signo social cuando asumen una postura de insubordinación cultural frente al canon y no responden a una instrumentalización programada, pues su condición crítica frente a la redistribución del poder les posibilita poner en duda los saberes instituidos y plantear nuevas relaciones sociales”, sostiene.

Estas prácticas, plantea la experta en su texto, cuestionan los modelos culturales hegemónicos que inhiben las transformaciones sociales y “se resisten a la reducción de la obra a un objeto mercantil, mercadeable y museable, descontextualizado y reducido a su valor de cambio y de prestigio dentro del mercado de bienes culturales; y rechazan la reducción del trabajo del artista como un simple hacedor de objetos”.

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