Reconoció David Huerta a Federico Campbell como su “hermano mayor” en el CECUT

* El poeta, Premio FIL de Lenguas Romances 2019, ofreció una evocación puntual y emotiva del escritor tijuanense en el sexto aniversario de su fallecimiento.

TIJUANA, B.C (SBC).- “A seis años de la partida de Federico Campbell, nos convoca de nueva cuenta la nostalgia, la memoria y el dolor de una pérdida que nos deja como única alternativa para el reencuentro el volver sobre sus letras, sus anécdotas, sus páginas y su particular manera de concebir el mundo”, planteó la Dra. Vianka R. Santana, directora general del Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, durante el homenaje rendido este lunes 17 de febrero al insigne escritor tijuanense.

Ante familiares – sus hermanas Silvia y Sarina, y su viuda Carmen Gaitán–, amigos y colegas del autor de “La clave Morse”, y un numeroso público que pobló la sala que lleva su nombre, la directora general del CECUT sostuvo que “más allá de su talento literario y su erudición, Federico Campbell era un hombre sencillo, un hombre dulce, capaz de hilar con absoluta inteligencia espacios, tiempos, historias y paisajes”.

Antes de ceder la palabra al poeta David Huerta, quien ofreció una evocación emotiva y puntual de su colega y amigo, la Dra. Robles Santana propuso recordar al hombre de La Máquina de Escribir, la editorial fundada y sostenida por Campbell.

Celebremos, pues, “al guardián de las memorias, a un tijuanense como pocos… y celebremos de nueva cuenta la riqueza de sus palabras”, en el entendido de que “su legado aún guarda prodigios por ser rescatados”, aseveró la directora general del CECUT.

En ello coincidió el poeta David Huerta, al señalar que, en efecto, aún faltan prodigios por descubrir en la extensa y variada obra del escritor, periodista, editor y traductor nacido en Tijuana en 1941, a quien lo unió una amistad de más de 40 años y a quien definió como “su hermano mayor” y un “compañero en diversas lides literarias y personales”.

Escritor de amplio espectro, periodista de impresionante producción, dueño de una sagacidad sin par, con una inteligencia generosa, Campbell fue un “comentarista de la vida pública lúcido y crítico”, mientras que en el plano personal, “uno de los hombres más simpáticos”, aseguró Huerta al señalar que “sin su presencia, el mundo es irremisiblemente más pobre”.

Al referirse a la faceta de editor del autor tijuanense, el poeta recordó su labor, tesonera y admirable, al frente de La Máquina de Escribir, en la que dio a conocer los primeros textos de escritores como Juan Villoro, Coral Bracho, Carmen Boullosa, Carlos Chimal y muchos otros, Huerta recordó que también en este ámbito Campbell jamás actuó con mezquindades ni envidias, y publicó tanto a autores que le gustaban como aquellos que no, al igual que a los que conocía personalmente y a quienes no, con una actitud sin parangón en el medio editorial.

No solo editaba a aquellos escritores en libros en pequeño formato, que costeaba de su propio bolsillo, sino que los enviaba por correo a las redacciones de los diarios y a críticos literarios para que esos títulos fueran conocidos y comentados, todo ello sin esperar nada a cambio, que no fuera su gusto por la literatura y los textos de los autores publicados por él con una generosidad extraordinaria, insistió el poeta.

En la evocación del autor de “Transpeninsular”, una novela que superpone las penínsulas bajacaliforniana e itálica, a través de un viaje de ida y vuelta entre ambos extremos de aquellas tierras dilatadas, no escapó a Huerta la agudeza literaria del autor tijuanense.

Tampoco dejó de lado otra de las obsesiones más conspicuas de Campbell: la reflexión sobre poder y delito, que esbozó en una larga serie de comentarios periodísticos y que luego aparecieron en el libro “La era de la criminalidad”, tema en el que nuevamente se adelantó a muchos al diseccionar las intricadas vinculaciones entre política y delincuencia, con abundante información manejada magistralmente y que expuso con sus dones de narrador implacable y agudo.

“Indagador tenaz de los mecanismos de ese engranaje perverso entre poder y delito, hay también una dimensión moral en su escritura al abordar estos temas”, en los que hace gala “de una crítica sin concesiones”, sostuvo Huerta.

Hacia el final de su vida, Campbell se interesó en el tema de la memoria, que ya había quedado de manifiesto en títulos como “La memoria de Sciascia”, “Padre y memoria” y “La ficción de la memoria. Juan Rulfo ante la crítica”, éste último compilado y prologado por el escritor tijuanense, en los que reflexiona sobre la naturaleza y la función de la memoria en la conformación de la identidad humana, sino que fue más allá y se volcó con un entusiasmo típicamente campbelliano a los mecanismos neurológicos de la memoria, acudiendo a textos de las neurociencias.

David Huerta dedicó la última parte de su extensa evocación sobre Campbell a sus relaciones con la poesía y subrayó los hallazgos que hizo al escribir un texto esclarecedor sobre otro tijuanense, el poeta Luis Cortés Bargalló, “Tijuana en la niebla”, que ahora aparece en “Regreso a casa”, pero que originalmente publicó en el periódico de Poesía, dirigido por el propio Huerta.

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