“Adiós Tomasa” no es una narconovela, asegura Geney Beltrán en el CECUT

* Nacido en la sierra duranguense y a muy temprana edad llevado a vivir a Sinaloa, el escritor asegura que su obra es distinta a otras que abordan el tema del trasiego de drogas, porque se plantea con una narrativa desde la esfera de lo íntimo, lo familiar y la vida cotidiana.

TIJUANA, B.C.- (SBC).-Aunque el tema del narcotráfico está presente en “Adiós Tomasa”, su autor, Geney Beltrán, rehúsa considerarla una “narconovela”, si acaso existe un género literario de tal naturaleza, y si bien la historia que narra remite a acontecimientos registrados en su infancia –el rapto de Tomasa–, tampoco se trata de una novela autobiográfica, por más que esté narrada desde el punto de vista de un niño de 9 años a quien le toca atestiguar desde la llegada de Tomasa a la casa familiar hasta su desaparición.

Con tales deslindes, el escritor duranguense presentó este lunes 9 de diciembre su novela más reciente en la Sala Federico Campbell del Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura federal, con los comentarios de la maestra Mónica Morales.

La presentación contó con la introducción del subdirector de Comunicación, Documentación y Memoria, Jaime Cháidez Bonilla, quien citó las palabras del periodista cultural Braulio Peralta que asegura que “Adiós Tomasa” está entre las mejores novelas publicadas este año, y los elogiosos comentarios de Elena Poniatowska, lo que, según reveló el autor, le tomó por sorpresa.

Nacido en la sierra duranguense a muy temprana edad Beltrán fue llevado a vivir a Sinaloa, su crianza en esta geografía le permite plantear que su obra es distinta a otras que abordan el tema del trasiego de drogas, ya que la plantea una narrativa que se intenta hacer desde la esfera de lo íntimo, lo familiar y la vida cotidiana.

“Me interesa que el lector conciba que esta región está habitada por familias que comen, llevan a los niños a la escuela, ordeñan sus vacas, es decir, conviven en una suerte de normalidad en donde se gesta la etapa inicial del narcotráfico que es la siembra de amapola y marihuana”, refiere el autor.

Beltrán afirma: “No todos los días se encuentran cadáveres, ni se oyen balaceras, pero hay otras formas de violencia que hoy en día se llamarían micromachismos, que tienen que ver con la utilización del habla para trasmitir una educación machista a niños y niñas desde que están en la primaria”.

Narrada desde la perspectiva del pequeño Flavio, quien siente que él ha propiciado involuntariamente el rapto de Tomasa, una diligente y bella empleada doméstica que llega a trabajar y vivir en su casa, de modo que la novela equivale a saldar una suerte de “deuda ética”, planteó el escritor.

Geney Beltrán extendió la explicación de ese personaje: “Flavio es un niño que está siendo educado para ser un futuro macho, lo que escucha de los adultos respecto de la sexualidad es procaz, pero también va a la cocina, ‘el mundo de la mujer’, este personaje es una especie de puente para crear una novela que revindicara la vida en estos pueblos sin énfasis panfletario, ni didáctico, sino para hacer que el lector pueda estar ahí y entender estos hechos que ocurren en la década de los ochenta”.

Pero incluso ese detalle tampoco la hace una novela autorreferencial, aclaró Beltrán Félix, y más bien “Adiós Tomasa” trata de una manera general de las formas de la “masculinidad dominante” cuyo clímax se alcanza cuando ella es raptada por un par de hermanos cuya fama de narcotraficantes corre con el viento en Chapotán, un pueblo duranguense asentado en el “triángulo dorado” de la droga, en las estibaciones de la Sierra Madre Occidental, donde confluyen los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango.

“Desde ahí quería yo relacionar lo que es la emergencia de un poder económico como el narcotráfico a nivel micro, como en esta región, con la situación de las mujeres y los niños; Tomasa es una adolescente que sufre la violencia del machismo, en un estado de excepción donde no hay ley y donde los habitantes ven esto como normal”, continuó el novelista.

“Quienes salen perdiendo en primer grado al emerger el narcotráfico son las mujeres porque las pone en una condición de vulnerabilidad, no solo porque los principales representantes del narco, quienes ejercen el poder en estos núcleos son varones, sino por la violencia extralegal, de ahí que haya una mayor desprotección en ese ámbito, ¿qué instituciones pueden proteger a mujeres violentadas por narcotraficantes”, sentenció Geney Beltrán.

Al hablar de “Adiós Tomasa”, la maestra Mónica Morales reveló: “Algo que me gustó mucho fue el tratamiento de los personajes femeninos en un contexto violento de escalofriante vigencia, sin embargo, hay una manera de trabajar la empatía que los humaniza, de tal forma que la violencia no es la protagonista”.

“Definiría esta obra como entrañable, sensible, conmovedora, vigente e imprescindible, tenemos que leerla porque nos da otra perspectiva, es importante que el arte, en este caso la literatura, siga visibilizando el contexto violento que no se quiere ver”, concluyó Morales, profesora en la Facultad de Humanidades de la UABC.

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