De Tijuana hasta la Luna

* Por Manuel Villegas

TIJUANA, B.C. (SBC).- Durante ese mes de julio, año en que todas las miradas de seguro se dirigían continuamente de Tijuana hacia la Luna, entre las noticias más importantes destacaron l

Durante ese mes de julio, año en que todas las miradas de seguro se dirigían continuamente de Tijuana hacia la Luna, entre las noticias más importantes destacaron la falta de cupo para estudiantes graduados en instituciones públicas, los altos niveles de inseguridad con “imparables muertes y alto grado de impunidad”, el funcionamiento de un gobierno emergente de dos años, una planta desaladora en Rosarito que era considerada la última opción de suministro, un yate estadounidense que encalló en Ensenada, y algunos escándalos y acontecimientos de tipo criminal y político que alimentaron el morbo y eran la gran comidilla de los lectores en la región, el país y el mundo.

Si se observa alguna similitud con julio del 2019, es mera coincidencia.

La gran diferencia entre ese mes de 1969 y este de 2019, hace ya 50 años, además de que entonces la población se estimaba en 300 mil tijuanenses y actualmente supera los 2 millones, es que fue un día como hoy, 20 de julio, cuando tres terrícolas viajaron hacia la luna y dos descendieron en ella, por primera vez en la historia de la humanidad.

Miles de personas pudieron ver en directo estos acontecimientos, si tenían una televisión en casa. Fue una hazaña real, bastante alejada de cualquier consideración literaria, como lo propusieron décadas y siglos atrás los escritores Julio Verne y Cyrano de Bergerac; y el cineasta Georges Mélies, todos ellos franceses.

En julio de 1969, el entretenimiento familiar de los tijuanenses se dividía entre la televisión y el cine -había entonces proyecciones en el “Bujazán”, “Reforma”, “Variedades”, “Roble”, “Zaragoza” y en el “Cinema”; a 5.50 y 2.75, la entrada pagada en dólares, para adultos y niños, respectivamente-; y en otros atractivos como eventos deportivos y artísticos, corridas en el desaparecido Toreo de Tijuana y en la Plaza Monumental de Playas de Tijuana; las noches de lucha libre y de boxeo, además de las ligas intersindicales de beisbol y espectáculos como los circos con animales, y las carreras y acrobacias en motocicletas, entre otras opciones.

Para gusto de las amas de casa (en su mayoría) había una barra de telenovelas en el Canal 12 de Televisa, donde se ofrecían cuatro culebrones desde las cinco hasta las seis y media de la tarde, además de otra historia a las once de la noche, donde se transmitía la novela “Cruz de Amor”, con la pareja del momento, Silvia Derbez y Jorge Lavat, ambos ya fallecidos.

Claro que, para disfrutar mejor de la tevé, se recomendaba al público revisar la orientación de sus antenas “de conejito”, si querían captar mejor la imagen; y entre quienes aprovecharon el interés televisivo, “para seguir paso a paso el acontecimiento del siglo”, estuvo la mueblería Salinas y Rocha, con una una amplia oferta de receptores a color y blanco y negro, con precios que iban desde los 2 mil 95 hasta 3 mil 95 pesos, con 20 o 50 pesos semanales, a plazos fáciles y sin enganche. Ah, y con la antenita regalada.

Para quienes buscaban otro tipo de entretenimiento, sus opciones eran los bares y salones de la avenida Revolución y la ya famosa Zona Norte, donde se disfrutaba de noches de cabaret al “estilo Arabia” y “como en Las Vegas”, además de shows de bailarinas exóticas con vistosos, exuberantes y fastuosos vestuarios.

Otros entretenimientos de entonces eran las fiestas municipales, con cabalgatas, bandas “A Go-Gó”, bailes populares y mariachis, eventos que entonces tenían como sede principal la calle Ocho, entre las avenidas Revolución y Madero, donde hoy sobreviven la tienda Samborns y el palacio del Jai Alai.

Noticias, huelgas y escándalos

Entre las noticias más sonadas que ocuparon las ocho columnas de los impresos, se destacaron hechos como la búsqueda de personas, las reuniones del obispo, los crímenes y fraudes del momento, una comida en honor al gobernador Raúl Sánchez Díaz, y las acciones del entonces alcalde Ernesto Pérez Rul, quien encabezó el único Consejo Municipal que ha conocido Tijuana y que duró dos años, del 68 al 70.

Algunos de los temas que se leyeron por entonces fueron la muerte a balazos de un homicida apodado “El Chaflán”, en una crujía del penal estatal; los problemas entre dueños y trabajadores del Frontón jai Alai, segundo en importancia como fuente laboral y atractivo turístico, donde en julio del 69 se anunciaba una amenaza de huelga; y a nivel internacional se hablaba de la investidura de Carlos, hijo primogénito de la reina Isabel II, como el Príncipe de Gales, hasta hoy heredero al trono de Inglaterra; además de un conflicto armado entre El Salvador y Honduras.

Mención aparte mereció el accidente que terminó con la carrera política del senador estadounidense Edward Kennedy, quien se precipitó a una laguna en Massachusetts donde falleció una joven secretaria. Esto se conoció como “El Incidente Chappaquiddick”, y como el buen Edward se declaró culpable de abandonar el lugar del accidente, y por ello se le condenó a dos meses de prisión, -castigo que no llegó a ejecutarse por leve-, por su imagen tan afectada tuvo que decir adiós a su aspiraciones presidenciales.

Respecto al viaje lunar, los diarios dieron cuenta y crónica, publicaron fotos en blanco y negro -con días de retraso algunas- y editoriales sobre la importancia del acontecimiento, la postura de los rusos, los preparativos técnicos y el estado de salud y la alimentación de los futuros astronautas que harían historia, quienes fueron desde un mes antes -y por “una cuarentena de 21 días” a su regreso- sujetos a rigurosos exámenes médicos, para evitar cualquier contingencia que impidiera el primer descenso humano en la superficie selenita.

Anuncios en Tijuana

Previo al viaje espacial de los “yanquis”, los tijuanenses estaban más interesados en otros temas terrenales, como fue el crimen -pasional- de una mesera a manos de un policía en las carnitas “El Abajeño”; una niña ahogada en una pila en la colonia Postal, la falta de agua por semanas que sufrían en varias colonias de la carretera a Rosarito, la venta del fraccionamiento Playas de Tijuana con ofertas de “lotes a un dólar diario”, y de “todo el terreno que quiera”, por parte de la Compañía Fraccionadora Bustamante; y por el anuncio del Departamento de Tránsito del Consejo Municipal, de que habría cambios radicales a la circulación y en los estacionamientos en la avenida Revolución.

Sobre esto último, desde esa fecha y en los meses posteriores se terminó con los estacionamientos, lanzaderas, uso indiscriminado e ilegal de banquetas, zonas de carga y descarga, de ascenso y descenso de pasaje, todo desde las calles Primera a la Once. Se prohibieron también las terminales de autobuses en la entonces avenida Argüello, hoy Plaza Santa Cecilia, y en otros puntos del Centro Histórico de Tijuana.

Y es que eran verdaderos atropellos y abusos los que allí ocurrían, pues según se documenta en revistas y periódicos de la época, era tal el desorden de trabajadores y visitantes, que en esta famosa vialidad, ya consignada por la historia como “La Avenida más visitada del Mundo”, se levantaba un promedio de 3 mil 500 infracciones por mes, donde los principales causantes eran individuos influyentes y abusivos “como policías, funcionarios públicos, y hasta elementos de la prensa”. Esto último, según lo que se consigna en una editorial fechada el jueves 3 de julio en el diario El Heraldo.

Se acercaba el cierre de la carrera hacia la luna, que inició la entonces Unión Soviética en 1957, actualmente Rusia, cuando lanzaron su primer “Sputnik” y otros satélites artificiales. Pero pronto los estadounidenses los dejaron muy atrás con el desarrollo de sus programas espaciales “Mercurio”, “Surveyor”, “Lunar Orbieter”, “Ranger”, “Pioner” y “Apolo”, con naves de reconocimiento, no tripuladas y tripuladas con animales y personas, donde también hubo fallecimientos.

Estaban encantados los tijuanenses con las historias sobre los preparativos, explicación de detalles técnicos, acerca de la vida familiar y trayectoria personal de los astronautas, y atentos a las narraciones sobre miles de empresarios y científicos involucrados en el proyecto espacial auspiciado por el fallecido ex presidente Jhon F. Kennedy.

Desde semanas antes al lanzamiento de la nave Apolo 11, programada para el 16 de julio, la gente conocía a detalle el itinerario de los viajeros, la zona donde alunizarían en la cápsula espacial “Águila”, lo que se haría con una bandera y con equipo para recoger muestras de rocas, las cámaras que utilizarían para transmitir en directo -a color por primera ocasión-, grabar y fotografiar sus primeros pasos, e inclusive a qué horas saldrían de la superficie lunar para descender en el Océano Pacífico horas después, para finalizar la histórica misión.

A toda velocidad

Los lectores locales se enteraron que el miércoles 16 de julio, a las 06:32 horas (tiempo de Tijuana), la nave Apolo 11 despegó desde la plataforma de lanzamiento del Centro Kennedy, y que en cosa de tres o cuatro minutos abandonó la Tierra a una velocidad aproximada de 10 mil 200 kilómetros por hora. Esto es: 170 kilómetros cada minuto, y casi tres por segundo. Una velocidad impensable aún hasta esta fecha para millones de mortales.

Y sobre este detalle, vale la pena mencionar que muchas perdonas conocían de velocidad, con la publicidad sobre actos y acrobacias en autos y motocicletas. Un espectáculo que atraía antonces era que se les ofrecía “sentir el vértigo de la velocidad” al asistir a los eventos de motociclismo que se organizaban en la Casa de la Juventud. Allí, grandes y chicos acudían para aplaudir las hazañas del famoso “Tigre de Jalisco”, Carlos Iribe, entonces presidente de la Asociación de Motociclistas de Tijuana, quien por esas fechas enfrentó en duelo a otros corredores de fama mundial, corriendo a velocidades superiores a las 100 millas por hora, sin frenos ni transmisión, y utilizando alcohol y “nitro como combustible”, en motores bañados con aceite de castor.

En estos eventos, por la adrenalina de la velocidad, no eran recomendable por los médicos que asistieran personas que padecían del corazón. Y no es broma.

Luto y baile

Y por fin llegó el momento. Un día como hoy, el domingo 20 de julio de 1969, el astronauta Neil A. Armstrong fue el primer hombre en pisar el satélite terrestre, Michael Collins fue el segundo; mientras que Edwin Aldrin permaneció desde la nave, orbitando, en espera de atender cualquier contingencia.

Durante ese evento, el interés de los tijuanenses se concentraba en las noticias sobre el alunizaje, y un maratón de baile que ya llevaba casi 50 horas en el Salón de Boliches Hipodromo, al ritmo de Los Moonlights, mariachis y diversos grupos musicales, además de una sinfonola eléctrica, a beneficio del cuerpo de los Bomberos de Tijuana donde se inscribieron 40 parejas; además de que ocurrió por la tarde el sepelio del senador bajacaliforniano José Ricardi Tirado, militante del Partido Revolucionario instituciconal (PRI), fallecido un día antes y sepultado en el Panteón Jardín de la capital de la República justo el día del alunizaje.

Por cierto, para los bailadores del maratón hubo servicio médico, alimentos y agua, donde tres concursantes (un empleado de comercio, un vendedor ambulante y un jornalero) rompieron un récord nacional, y la última damita participante aguantó más de cien horas hasta que se desmayó y fue internada en el Hospital Miguel Alemán provista de sueros y otras medicinas contra el agotamiento.

Desde la Luna

Basados en un cable proveniente de Cabo Cañaveral, el primero que fue firmado “DESDE LA LUNA” por agencias noticiosas terrícolas sobre la épica hazaña, en impresos y periódicos de Tijuana, así se describió la llegada del hombre al satélite:

“A las 7:56 de la noche del domingo (20 de julio, apunte del autor. ), hora de Tijuana, el pié izquierdo de Armstrong tocó la faz de la luna, rascó la arenilla con la punta de su zapato y luego plantó ambos pies, sosteniéndose de la escalerilla de descenso, hasta estar seguro de que podría mantener el equilibrio”.

Y empezó una nueva fase para los humanos, que desde entonces pusieron la mirada en otros planetas, para futuros planes de exploración y posible colonización, temas de los que se habla bastante en literatura, cine, televisión y redes sociales de la actualidad.

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