* Por Francisco Ruiz*
Tijuana, B. C., (SBC).-En días pasados trascendió que el morenista Carlos Tena Nevarez, presidente municipal de Cuauhtémoc, Chihuahua, quien saltó a la fama por haber sido arrestado en marzo pasado, se disfrazó como un ciudadano discapacitado para supervisar el servicio que brindan los funcionarios municipales. Como resultado de dicho ejercicio, tres servidores fueron cesados por el mal trato que ofrecieron al “alcalde indigente”.
Este hecho parecería innovador, de no ser porque mucho tiempo atrás, en la década de los 70, Fernando Márquez Arce, presidente municipal del VIII Ayuntamiento de Tijuana, llevó a cabo un experimento similar para supervisar el comportamiento de los agentes policiacos hacia la comunidad migrante, anécdota que el mismo Márquez Arce le confió a Martha Domínguez en una entrevista realizada en 1989, la cual retomó en el anecdotario de mi libro “TIJUANA. Patria, Revolución e Identidad” (ILCSA, 2019).
Recientemente, el presidente López desempolvó las viejas frase que acuñó durante sus actos proselitistas, particularmente durante la presentación del próximo secretario de Hacienda, quien, por cierto, con su lenguaje corporal denotó inseguridad e incomodidad ante el anuncio. AMLO, por su parte, lució un tanto menos controlador, como suele ser su costumbre, algo que permite entrever que la renuncia de Urzúa, más que inesperada, fue inconveniente para su gobierno.
En su renuncia, el exsecretario expresó: “Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”. Algo que me recuerda al secretario de Hacienda de Luis Echeverría Álvarez, Hugo B. Margáin, quien se oponía al crecimiento desmesurado del gasto público, por ello le advirtió a Echeverría que “La deuda interna y externa tienen un límite. Y ya llegamos al límite”, lo cual tuvo como consecuencia que presentara su renuncia en mayo de 1973; días más tarde, Echeverría declaró a la prensa “A partir de ahora, la política económica se decide en Los Pinos”, y responsabilizó a José López Portillo de la SHCP. ¿Coincidencia o destino?
La visita de López Obrador a Chiapas me remontó a una de las giras que, en su mandato, hiciera Carlos Salinas de Gortari, y en la cual declaró: “No hemos terminado, seguiremos en los hechos, apoyando a los habitantes de Las Margaritas, de Chiapas y de todo nuestro México. No están solos compatriotas tojolabales, en los hechos, seguirán teniendo el firme apoyo de su amigo, el presidente de la República”. Palabras más, palabras menos; el sentido del mensaje sigue siendo el mismo o como dice la canción: “aquí no hay novedad”.
En su columna del 9 de julio titulada “La magia de AMLO: vender un mejor futuro”, Leo Zuckermann publicó que. “[…] López Obrador: es un presidente con una capacidad inédita de vender esperanza […]”. Si bien es la opinión del periodista, no puedo evitar asociarlo con lo dicho por Enrique Krauze en el documental “Carlos Salinas. El hombre que quiso ser rey” (Clío, 1999): “Su mayor acierto es su actitud, es un gran vendedor; hace que México piense más en el futuro que en el pasado. El hechizo salinista parece convertir los sueños en realidad”. ¿Será que tal vez, y solo tal vez, el presidente López ha encontrado cierta utilidad en las estrategias de administraciones anteriores?
En su conferencia matutina del 3 de julio, al cuestionársele si la partida de la cual dispondrá de manera discrecional es igual a la “partida secreta” de Carlos Salinas, Andrés Manuel se mostró molesto y hasta ofendido, al grado de espetar: “¡Espérate, eso sí calienta! O sea, no soy Salinas. Vámonos respetándonos”. En fin, México, un país de coincidencias.
Post Scriptum. “El camino al poder está pavimentado con hipocresía”, Frank Underwood.
Post Scriptum (extraordinario): ¡Muchas felicidades a Tijuana en su 130 aniversario!
* El autor es analista político, catedrático y escritor.
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