Contaminación por pilas alcalinas desechadas puede causar muerte

TIJUANA BC (SBC).- Al ser tirada a la basura común, una sola pila alcalina es capaz de contaminar 100 mil litros de agua y esta contaminación puede provocar cáncer, problemas en riñón, pulmón y el sistema nervioso central e incluso la muerte, según la cantidad de ingesta de mercurio y cadmio.

Así lo recalcó el ingeniero José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), afirmando que si las baterías terminan en basureros o rellenos sanitarios se produce una filtración de lixiviados, lo que provoca que los metales puedan contaminar las aguas subterráneas y lo mismo ocurre cuando acaban en arroyos.

“Nos parecen inofensivas y amigables, las usamos en muchos artículos a diario, como juguetes, controles o teléfonos y aunque ya existen baterías recargables, abundan las desechables, el problema es que las pilas son residuos peligrosos y no deben mezclarse con la basura común porque tienen un efecto multiplicador de sus contaminantes; enfatizó.

Recordó que según expertos del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), una sola pila alcalina puede contaminar más de 100 mil de litros de agua y que la ingesta humana de sus materiales, en particular el mercurio y el cadmio, puede originar cáncer, problemas en riñón, pulmón y el sistema nervioso central e incluso la muerte.

José Carmelo Zavala explicó que las pilas transforman energía química en eléctrica mediante reacciones químicas, pero añadió que no sólo la tecnología de las pilas avanza vertiginosamente, a la par de la electrónica, sino que también crece su consumo en México, donde se estima que una persona usa entre 10 y 12 baterías al año.

Considerando que Baja California tiene 4 millones de habitantes, juzgó vital relanzar el programa “Ponte las Pilas”, creado hace más de 10 años por el gobierno estatal, a través de la Secretaría de Protección al Ambiente (SPA), con la colaboración altruista de las empresas Biosea y Sepa, dirigidas por la ingeniera química Jessica Castañeda y el biólogo Sergio Pérez, respectivamente.

“Desde hace más de 10 años, las pilas usadas en hogares se reciben en centros de acopio de escuelas y tiendas; Biosea y Sepa las recolectan y almacenan sin costo para el gobierno estatal, ante la convocatoria que realiza periódicamente la SPA, encabezada por la bióloga Thelma Castañeda; el acumulado de todos estos años suma casi 90 toneladas”, comentó.

Destacó que aun cuando estas toneladas representan apenas una fracción del total de baterías desechadas, el esfuerzo de este programa, que sobrevive a los cambios de administración en los gobiernos, es impactante y millones de baterías pequeñas, pero muy contaminantes, no han llegado a basureros, rellenos sanitarios o arroyos de Baja California.

“La empresa Biosea también está en Los Cabos, bajo la gerencia de Nayeli Márquez, y arrancó un programa de apoyo similar en Baja California Sur a fines del 2018; el programa lo expuso su directora, Jessica Castañeda, en un foro organizado por la Coparmex y pronto será anunciado en La Paz y Los Cabos, en colaboración con la Canaco”, anticipó.

Opinó que productos como pilas, aceite de carro, líquido para frenos, anticongelante o medicamento caduco se vuelven tan de rutina que son considerados inofensivos, pero no lo son y la micro recolección de residuos peligrosos generados en casas habitación y comercios requiere la estrecha colaboración entre gobierno, empresas y sociedad.

El caso de las pilas es similar a lo que ocurre con el plástico o los residuos orgánicos, ya que el manejo de estos residuos es crucial para que contaminen o no; no hay manera de pagar la inspección y vigilancia, se requiere de la colaboración y el compromiso personal, individual, resultado de una cultura y una educación ambiental.

El documento base del Programa Permanente de Acopio de Pilas del gobierno estatal afirma que, según un estudio de la Semarnat, cada año en México se fabrican aproximadamente 8 millones de pilas de diversas formas, más las que se introducen al país en forma ilícita, lo que imposibilita saber los residuos que realmente se generan.

El estudio de Semarnat estima que anualmente se desechan más de 2 millones de pilas, con una capacidad de contaminar hasta 600 mil litros de agua o llegar a matar un árbol en un periodo menor a 90 días, además afirma que tan sólo una pila de un reloj de pulsera puede contaminar 500 mil litros de agua.

Ante este escenario, el documento añade que lo que, idealmente, debería hacerse es devolver las pilas alcalinas usadas a sus fabricantes para que éste las recicle y reutilice en la medida de lo posible, para lo cual una gestión correcta sería tener una recolección separada y enviar estas baterías a rellenos de seguridad o a reciclar.

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