Bailo, luego existo: “Acapulco, la tragedia”

*Más allá de la atención puntual del desastre provocado por Otis, queda claro que deben tomarse medidas para los desastres que puedan sufrir areas costeras susceptibles a recibir daños.

El sexenio de López Obrador no pudo escapar a una tragedia que ha marcado a toda presidencia mexicana, el huracán nombrado “Otis” ha casuado revuelo en todas las personas cuestionando el mal actuar de los Gobiernos y lo poco preparados que estos se encontraban en caso de un desastre como este. 

A casi una semana de que el huracán Otis golpeara con una fuerza descomunal y vientos de 300 kilómetros por hora a la ciudad de Acapulco, la inoperancia del gobierno ha sido notoria.

La población no fue alertada de la fuerza del fenómeno. La rápida evolución del huracán hizo todo más complicado, pero incluso cuando ya había información sobre el peligro que Otis implicaba no hubo advertencias. La gente no pudo refugiarse, ni comprar víveres, ni ponerse en contacto con sus familiares y pensar en planes de acción. Nada. 

El Estado brilló por su ausencia. La nula atención al desastre. No tengo el propósito de alabar otras épocas, pero sí hay que reconocer cuando las cosas funcionaban y el mejor ejemplo es el Fonden. El Fonden de antaño era un fideicomiso, con recursos propios y reglas de operación específicas que permitían la liquidez de los recursos prácticamente de forma inmediata una vez que se emitía la declaratoria de desastre, cosa que ya no existe.

Todavía no sabemos, quizás nunca tengamos la cifra exacta, el costo que tendrá Otis en Acapulco y en las comunidades aledañas, pero lo que sí sabemos es que los 17 mil millones de pesos asignados en la partida presupuestal de atención a desastres se van a quedar cortos, cortísimos. Veremos que hace el gobierno para no obstaculizar la pronta recuperación de una de las costas turísticas más importantes del país mexicano.

 

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