Semanario Balún Canán/TIJUANA, B. C.,(SBC) .- El senador Jaime Bonilla Valdez, quien es experto en dividir para tratar de vencer, ha demostrado con sus dichos y acciones que no le importa incurrir en el uso de las medias verdades (que son mentiras completas), en el chantaje, el oportunismo y el uso de sus medios de comunicación e influencias para lograr sus fines; y esto lo ha convertido en un personaje “non grato” de la política bajacaliforniana en la actualidad.
Tal parece que a Bonilla no le importa su propio desprestigio si con ello desprestigia a quien se le opone; miente para calificar a otros de “mentirosos”, denuncia con avidez y agitando los brazos para evitar ser denunciado, aparte de traicionar al partido que le dio cobijo para acusar de “traidores” a gobernantes que no se dejan manipular para sus fines.
Apenas hace dos meses que el ex gobernador dejó las filas del morenismo, donde defendió a morir la llamada “Cuarta Transformación” que enarbola su amigo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, y ya ha realizado casi una decena de reuniones en colonias donde pone como lazo de gallinero a sus antiguos aliados, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda y los tres alcaldes de la zona costa: Monserrat Caballero de Tijuana, Araceli Brown de Rosarito (su ex “valedora”); y a quien había sido su más ferviente defensor, el munícipe ensenadense Armando Ayala.
En esas reuniones semanales, pomposamente llamadas “Jornadas por la Paz”, donde Bonilla toca sin parar sus tambores de guerra, el legislador camina rodeado de liderazgos cuestionables y de antiguos colaboradores que, aunque algunos ya le han traicionado, ahora dicen apoyarle ciegamente; y utiliza esos espacios públicos disfrazados de servicios sociales para dedicarse a patear su viejo pesebre, sin importarle que se trata del mismo que fundó López Obrador para llegar a la cima de la política.
De esta forma, y de ahí la consideración de que es un personaje “non grato” de la política local, Jaime Bonilla Valdez utiliza estas jornadas a sus anchas; despotrica, se burla, fanfarronea, miente, hace chistes escatológicos -su mero mole-, incurre en violencia de género, exige sumisión y aplausos; pero ya resulta notorio que ha perdido el rumbo en materia de respeto a los demás y a sí mismo.
Y nadie puede decirle estas y otras verdades a Bonilla, por temor de que, de inmediato, va a ser considerado un “traidor” a su personal proyecto, ese que sólo él conoce, y que ahora desarrolla cobijado y arropado bajo otras siglas, las del Partido del Trabajo, donde presume haber sido nombrado “Comisionado Político Nacional en Baja California” para menospreciar y hacer a un lado a fundadores y liderazgos de muchos años, sólo porque rechazaron rendirle pleitesía.
Ismael Burgueño Ruiz, dirigente estatal morenista, dijo en reciente entrevista que el senador utiliza la “marca” de la llamada “Cuarta Transformación”, o “4T”, a sus anchas, para atraer seguidores y sumar militantes a un partido que ya tiene dirigentes en la entidad; pero que en realidad es una frase, un movimiento, que fue creado por el Presidente López Obrador para todos los que creyeron en Morena, y que por eso el partido mantiene el total respaldo de millones de mexicanos que deseaban un cambio.
Por eso, adelantó Burgueño Ruiz: En el proceso electoral de 2024 ganarán Morena y sus candidatos.
Y los que saben entender, entendieron. Saben que el mensaje de Burgueño lleva dedicatoria. Comprenden que es para aquellos que sólo hacen señalamientos en contra de los gobiernos morenistas, para quienes “no tienen nada que hacer aquí”, y para ese multicitado personaje “non grato” que hay en la política bajacaliforniana actual.