En continuación al pasado repaso “De las letras a lo corpóreo” y mediante la lectura de algunos de sus poemas, su historia, trayectoria e intereses es que pretendemos ubicar el punto de incisión en el que dos autores empezaron a bailar sus letras, en el sentido metafórico de la palabra, en el que cabe la apreciación corporal y placer hacia el propio cuerpo.
Pero también en algunos casos explícita pues existen evidencias de versos que fueron traspuestos a coreografías o poemas que fueron hechos coreografía.
Mediante este encuentro y con la teoría de Deconstrucción que nos brinda Derrida pretendemos explicarnos la cercanía de esta y demás artes que en un puntos específicos parecen tan cercanas. La deconstrucción de la que habla Derrida pretende fragmentar los textos y a partir de ahí permitirse identificar los fenómenos marginales anteriormente reprimidos por un discurso hegemónico.
Esta propuesta innovadora del pensamiento recae en un nuevo esquema de interpretación en donde procesos intelectuales reemplazan su capacidad de crítica y son procesados desde perspectivas poco convencionales.
Elemento que favorece nuestro caso de estudio que no se apega a las cualidades típicas a través de las cuales la literatura es calificada o estudiada; sino a elementos pertenecientes a otra rama que permea las letras en su sentido poético.
En este vaivén de letras y movimientos esperamos encontrar las razones de estos favorables encuentros que llevan a la estética a un nivel superior, que transforman la belleza y plenitud de dos de los mejores autores de la Cuba secreta en cuerpo y espíritu, sin dejar de aprovechar sus palabras y convirtiéndolas una vez más en arte, esta vez con el cuerpo como instrumento.