* Por Francisco Ruiz
Semanario Balún Canán/ Tijuana BC (SBC).– La mayoría de los nombres que nos ponen al inicio de nuestra vida tienen un significado. De alguna manera: voluntaria o involuntaria, directa o indirecta, en mayor o menor medida, pero de que nuestro nombre nos pesa, ¡nos pesa! Porque, finalmente, el nombre es el “yo”; por tanto, es el mejor título o presentación que podamos tener. Los motivos por los cuales deciden nombrarnos de tal o cual manera varían, pero el significado no. Por ejemplo, el nombre “Claudia” deriva del término latino Claudus que se traduce en “aquella que cojea o que le cuesta caminar”.
En el caso de la “corcholata” mayor del presidente López Obrador, es decir, Claudia Sheinbaum Pardo, ahora sí que como dijera su propio protector y principal promotor: “nos vino…como anillo al dedo, para afianzar el propósito de la transformación”. Aclaro que dicha declaración AMLO la hizo en 2020 refiriéndose del COVID-19, aunque entre el caos y crisis en el que nos sumergió tal pandemia no dista mucho de los tropiezos del actual gobierno federal y del venidero, si es que se confirma la postulación de la exesposa de Carlos Imaz, sí el también exdelegado de Tlalpan que fue señalado por actos de corrupción a través de los denominados “video escándalos”.
Sheinbaum, como su exesposo, fue jefe delegacional de Tlalpan, cargo del que se separó antes de finalizar su periodo institucional, para participar en el proceso interno de selección de la candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Por eso resulta “curioso” que doña Claudia se opusiera a la propuesta de Marcelo Ebrard para que las “corcholatas” se separaran de sus respectivos cargos a la brevedad y así, garantizar “piso parejo” para todos.
La actual jefe de Gobierno rechazó contundentemente la propuesta argumentando: “Sobre el tema de retirarnos de nuestro cargo no lo creo necesario, en mi caso no lo considero necesario, yo a diferencia de mis compañeros, pues soy electa y tengo una responsabilidad que cumplir”. ¡Ah caray! ¿Y no tuvo ese mismo deber por cumplir como jefe de la extinta Delegación Tlalpan? O sea, cuando le conviene sí, pero cuando no, pues no.
Algunas voces expertas han asegurado que Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López, secretario de Gobernación, rehúyen a los debates al interior del partido MORENA porque sería un suicidio electoral para ellos. Pues, a diferencia de los antes referidos, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal sí saben debatir. Del diputado apodado “Changoleón” (Gerardo Fernández Noroña), por la senadora Lilly Téllez, no vale la pena gastar energía, espacio ni tiempo.
Durante la charla “Lopezobradorismo: de la esperanza a la decepción”, la cual compartí la semana pasada con los integrantes del Grupo Madrugadores de Playas de Rosarito, Baja California, señalé que, de ser Claudia Sheinbaum la abanderada de la coalición en el poder, lo que más le convendría a la oposición es impulsar a una candidata presidencial. La lógica es simple: un candidato se encontraría en franca desventaja frente a una dama, algo que ya se aprecia entre las “corcholatas” oficialistas. Además, globalmente se ha demostrado que los gobiernos eficientes son encabezados por gente capaz, sin importar su género.
Así mismo, compartí con quienes tuvieron la deferencia de invitarme como expositor, mi teoría sobre la conveniencia de que una de las aspirantes presidenciales por el bloque opositor sea tocaya de la predilecta del presidente: Claudia Ruiz Massieu. Quien, por sí misma cuenta con una amplia experiencia legislativa, así como, en la administración pública; además de una sólida formación académica, especializada en políticas públicas y buen gobierno.
Hablar de que la próxima Presidencia sea encabezada por una mujer no es para nada aventurado, pero qué tal al momento de preguntarnos: ¿cuál Claudia sería la más adecuada para gobernar México? Eso sí, de que aprovecharían la etiqueta (hashtag) #EsClaudia, la aprovecharían.