* Por Francisco Ruiz
Semanario Balún Canán/ Tijuana BC (SBC).– La palabra “gracia” es definida por el Diccionario de la lengua española, también conocido como “tumbaburros” (dato especialmente dedicado a las nuevas generaciones), como el: “conjunto de cualidades que hacen agradable a la persona”; además de: don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita”, o como una “Proeza, hazaña, mérito”. En cambio, la palabra “gracias” (en plural expresivo), no denota cantidad sino intensidad.
En esta ocasión, el amable lector no tendrá que esperar hasta el final de esta entrega para conocer el sentido de la frase que titula el presente texto. Las “gracias” a las que me refiero tienen dos connotaciones muy distantes y contrastantes. Por una parte, hago uso de dicha palabra para dejar de manifiesto, una vez más, mi gratitud irrestricta a quienes (a pesar de mi oposición) a diario me llaman “profe”.
En reiteradas ocasiones he señalado que aprendo más de mis estudiantes que ellos de mí. La semana pasada recibí una gran muestra de ello, cuando, mediante un conversatorio, analizamos las ventajas y desventajas de continuar con el decreto de regularización de autos irregulares, desde la perspectiva de Tijuana; así como, la conveniencia de que el Gobierno de México continúe con la necedad de mantener los monopolios de PEMEX y la CFE, las cuales, per se, se han convertido en un lastre financiero. Los argumentos y templanza de los jóvenes me dieron una gran lección, me recordaron que son el presente de nuestro país y el futuro inmediato. Tal vez sin percatarse, retomaron el sentido nato de la política: convivir en armonía y aspirar al bien colectivo.
Con ello, retomo una de las banderas que señalé en mi columna pasada: la clave de es la participación ciudadana proactiva. La solución reside en el ingenio y voluntad de cada persona. Necesitamos soluciones integrales y no “parches” aislados. Por eso, nuestro involucramiento debe ir más allá del voto y de las expresiones en redes sociales, debemos ejercer el poder que nos otorga nuestra soberanía.
Por otra parte, menos amable, vemos cómo el presidente de México continúa haciendo sus “gracias”: felicita a Lula y celebra su reelección presidencial no inmediata (insisto en que puede ser una mala inspiración para nuestro país); amaga con una reforma electoral a todas luces antidemocrática y tendenciosa; supervisa un tren maya que parece neciamente interminable; fustiga a Marcelo en las negociaciones con Reino Unido y Corea del Sur, allende de la reducción del presupuestos para embajadas y consulados; permite la reconfiguración del equipo que enfrenta las quejas de Canadá y Estados Unidos como nuestros socios en el T-MEC. En fin, estas son algunas de las “gracias” del tabasqueño, gracias que no se aprecian ni agradecen.
Así, dejamos en claro qué hay de “gracias” a “gracias”; yo me quedo con la versión de mis alumnos, aunque, como dice una amiga: “no se agradece lo que es obvio”, la realidad es que, en situaciones como esas, mis estudiantes me devuelven las esperanzas, tanto, que las gracias no bastan.
Por último, como diría Pedro Vargas: “muy agradecido, muy agradecido y muy agradecido”, con los integrantes del Grupo Minarete de Tijuana, quienes tuvieron la deferencia de invitarme a participar en su sesión de esta semana, donde tuve la oportunidad de escuchar la exposición del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de Tijuana, José Fernando Sánchez González; además de saludar a grandes amigos como los exdiputados locales Laura Torres, René Mendivil y Rodrigo Otañez; el exalcalde de Tecate, César Moreno; el rector Salvador Morales Riubi; Mario Favela, Enrique Méndez, Bernabé Esquer, Edgardo Flores Campbell y Rodrigo Trujillo, entre otras distinguidas personalidades. Mi particular gratitud a Carlos Mora por su calurosa hospitalidad.