Boris Mints es uno de los pocos empresarios rusos ricos que se pronuncia en contra de la invasión rusa de Ucrania y del presidente Vladimir Putin.
La mayoría de las personas de alto perfil en el país se han mantenido en silencio sobre la guerra, evitando las críticas al Kremlin.
Según Mints, hay una explicación simple: “Todos tienen miedo”.
El Kremlin es conocido por tomar medidas enérgicas contra quienes critican abiertamente al presidente Putin, que controla el contenido de los canales de noticias rusos.
El multimillonario de 64 años, que se hizo rico con la empresa de inversión O1 Group que fundó en 2003 y vendió en 2018, dijo que en Rusia la “manera habitual” de castigar a un empresario por su “intolerancia” hacia el régimen era “abrir un caso penal fabricado contra su negocio”.
“Tales casos penales afectarán no solo a los propios dueños de negocios, sino también a sus familias y empleados”, dijo.
“Cualquier líder empresarial independiente es visto como una amenaza porque podría financiar la oposición o avivar las protestas. Por eso, son vistos como enemigos de Putin y, por lo tanto, como enemigos del estado”, añadió.