* Por Francisco Ruiz
Semanario Balún Canán/ Tijuana BC (SBC).– James Monroe gobernó Estados Unidos entre 1817 y 1825. En su discurso a la nación, el 2 de diciembre de 1823, Monroe pronunciaría la frase que trascendiera en el tiempo y espacio: “América para los americanos”. Conocida como la Doctrina Monroe, la política exterior del quinto presidente estadounidense consistió en rechazar todo tipo de intervención europea sobre los territorios del continente americano. Aunque, con el tiempo, Estados Unidos le daría otro sentido.
En la misma década, México aún se encontraba consolidando su independencia. Primero como imperio, posteriormente como república. Fue precisamente durante el segundo año del gobierno de Guadalupe Victoria, primer presidente de nuestro país, cuando Simón Bolívar convocó al Congreso Anfictiónico de Panamá. El propósito de dicho encuentro era integrar a todas las naciones de América, sin embargo, no se logró.
Llama la atención como, casi 200 años después, resurgen Estados Unidos, México y Venezuela con connotada relevancia, particularmente con la novena Cumbre de las Américas que se realizará en Los Ángeles, California, del 6 al 10 de junio. Será la segunda ocasión en la cual, nuestro vecino del norte será anfitrión, la primera vez se remonta a su fundación en 1994, realizándose en Miami, Florida. Posterior a ello, las sesiones de la Cumbre tuvieron lugar en Chile, Canadá, México, Argentina, Trinidad y Tobago, Colombia, Panamá y Perú.
A partir de la exigencia del presidente López Obrador para incluir a naciones non gratas por la forma de sus gobiernos, tales como Cuba, Nicaragua y Venezuela, ha dado un tono bastante polémico, generando un ambiente de incertidumbre e indefinición diplomática. Y, si bien la exigencia de Andrés Manuel parecería legítima (hasta cierto punto), también debe considerarse que sumar a países con gobiernos antidemocráticos, sería reconocer y validar sus acciones de facto. Así, el tabasqueño sigue enviando mensajes claros a Estados Unidos. Lo malo es que seremos los mexicanos, y no el presidente, quienes habremos de padecer, digo, conocer las reacciones de nuestro vecino del norte.
Además, la postura del presidente de México resulta un tanto contradictoria, pues, mientras, por un lado, demanda la inclusión de los países mencionados, también enarbola la bandera del no intervencionismo, la autodeterminación y los gobiernos democráticos. ¿Será que, como dijo Echeverría: “ni nos beneficia ni nos perjudica sino todo lo contrario”?
Aunque el presidente se comprometió a hacer pública su decisión el viernes pasado, tal parece que las negociaciones aún continúan, por ello ha retrasado (y retrasará hasta el límite), su decisión sobre su presencia en la Cumbre de las Américas, porque la participación de México no está en duda.
Algo que queda muy claro, es que el presidente confía plenamente en su secretario de Relaciones Exteriores. Quien, en el pasado, fuera conocido como el “carnal Marcelo”, ahora le toca cuidar un flanco muy delicado, lo cual requiere de conocimiento, experiencia y mucho tacto. A pesar de que el canciller hace gala de su formación como internacionalista, de nuevo, le dejan la víbora chillando.
Ebrard sigue pateando el balón, lo domina bien, y todavía se da tiempo de coquetear con sus posibles electores en territorio nacional. Algo que ha llevado al propio Andrés Manuel a elogiar a su sucesor (en el gobierno de la CDMX). Seguramente habrá varios que no estén muy satisfechos con ello, el vivo ejemplo es la jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, a quien, por meses, se le ha calificado como la predilecta de AMLO. Aunque, como reza el dicho: del plato a la boca… Al tiempo.