Un pie de fuerza de 9 mil militares y policías asumió el control de las tres provincias de Ecuador más golpeadas por el narcotráfico y la criminalidad, que dejan más de mil 200 muertos en lo que va del año y que llevaron al gobierno a decretar el estado de excepción.
La medida de emergencia por 60 días, en vigencia desde ayer en las costeras Guayas, Manabí y Esmeraldas (esta última, fronteriza con Colombia), incluye el toque de queda durante las noches para las áreas con mayor violencia de localidades como el puerto de Guayaquil, núcleo comercial del país.
La fuerza pública incursionó en convulsas y deprimidas zonas, donde el acceso era difícil para los agentes.
El gobernador de Guayas (cuya capital es Guayaquil), Pablo Arosemena, dijo que la prioridad es restablecer el orden en las áreas bajo control de mafias. “Necesitamos intervenciones prolongadas y sostenidas para que los índices de inseguridad se estabilicen y decrezcan durante el estado de excepción” anotó.
Operativos se cumplieron ayer en el empobrecido Guasmo, en el sur de Guayaquil. “Esperamos que ellos (militares y policías) ayuden a limpiar la ciudad de tanta gente mala”, dijo Mercedes Ortiz, de 67 años, en la puerta de su vivienda.
Los criminales “A veces matan a los niños al pie de los adultos. No se puede vivir seguro”, anotó.
En su guerra declarada al narcotráfico, el presidente conservador Guillermo Lasso volvió a ordenar el viernes el estado de excepción argumentando una grave conmoción interna por la inseguridad.