Los miles de misiles, drones y municiones enviados por Estados Unidos a Ucrania no llenaron directamente las arcas de los vendedores de armas estadounidenses, pero se beneficiarán en el largo plazo, con los países occidentales ansiosos por reforzar sus defensas contra Rusia.
Washington, como algunos de sus aliados, recurrió a sus existencias para suministrar al ejército ucraniano sus misiles Stinger y Javelin, que durante mucho tiempo pagaron a sus fabricantes Lockheed-Martin y Raytheon Technologies.
Las cuentas del primer trimestre de estas firmas, que se publicarán en las próximas semanas, no se verán excesivamente infladas.
Pero será necesario reponer las existencias.
El Pentágono pretende utilizar tres mil 500 millones de dólares para ese fin, previstos en una ley adoptada a mediados de marzo, dijo un portavoz del Departamento de Defensa.
Los misiles Javelin son actualmente producidos en forma conjunta por Lockheed y Raytheon. Esta última había cesado la producción de los Stinger antes de un pedido de 340 millones de dólares del Pentágono el verano pasado .
“Estamos explorando opciones para reponer más rápidamente nuestras reservas y reponer las existencias agotadas de aliados y socios”, dijo el portavoz. “Tomará tiempo relanzar la base industrial, en los principales proveedores y subcontratistas, para permitir que se reanude la producción”.
Las ganancias que estos grupos podrían obtener de la venta de estos misiles, conocidos por su facilidad de uso, no deberían ser extraordinarias, estimaron expertos del sector consultados por la AFP.
Según Colin Scarola, de la consultora CFRA, “si se envían mil Stingers y mil Javelins a Europa del Este todos los meses durante el próximo año, eso podría representar entre mil y dos mil millones de dólares en ingresos” para Raytheon y Lockheed. Una suma nada despreciable aunque menor en relación a sus respectivas facturaciones de 64 mil y 67 mil millones de dólares el año pasado.
“Es probable que Raytheon gane mucho más dinero vendiendo un sistema de defensa Patriot a Arabia Saudita que fabricando misiles Stinger”, dijo Jordan Cohen, especialista en ventas de armas del Cato Institute. “No necesariamente van a querer poner demasiados recursos en ello”.
Entre las mayores empresas del sector de defensa de Estados Unidos, Lockheed, Raytheon y Northrop Grumman no respondieron a las solicitudes de la AFP. General Dynamics enfatizó que no había cambiado sus pronósticos desde enero, mientras que Boeing simplemente señaló que correspondía a los gobiernos tomar sus decisiones presupuestarias.
Competencia por el liderato
Algunos dirigentes habían dado a entender durante la publicación de los resultados de sus grupos a finales de enero que el ambiente era propicio para sus actividades.
Greg Hayes, patrón de Raytheon, reconoció que el aumento de las tensiones en Asia, Oriente Medio o Europa del Este sin duda beneficiará a las ventas internacionales, “no de forma inmediata” sino para “finales de 2022 y después”.
James Taiclet, mandamás de Lockheed-Martin, se refirió a la “competencia renovada entre grandes potencias” que probablemente provocará un aumento del presupuesto de defensa estadounidense.
“La guerra en Ucrania está barajando las cartas del orden geopolítico de una forma que no veíamos desde hacía 30 años”, remarcó Burkett Huey, de la firma Morningstar. “La gente se da cuenta de que el mundo es mucho menos seguro y que probablemente será necesario aumentar la inversión en defensa, beneficiando a las empresas del sector”.
Eric Heginbotham, del Centro de Estudios Internacionales del MIT, dice, en la misma línea, que los gobiernos occidentales, como ocurrió en los últimos años en Asia, “ya no buscarán bajar su gasto” en defensa.
En Estados Unidos, el presidente Joe Biden propuso un aumento de 4% en el presupuesto de defensa, una cifra que hay que poner en perspectiva debido a la alta inflación (6,4% en 12 meses a marzo). Pero al menos el presupuesto no se reduce.
Alemania, después de haber mantenido durante mucho tiempo a raya sus gastos militares, anunció a finales de febrero la liberación inmediata de 100.000 millones de euros para modernizar su ejército.
En este contexto, “probablemente los países también buscarán aumentar la interoperabilidad (de sus equipos) con la de Estados Unidos, que después de todo es el pilar de la OTAN”, estimó Heginbotham.
Asi, Berlín decidió a mediados de marzo adquirir aviones de combate F-35 de Lockheed, en el inicio de un proceso de varios años antes de su entrega, que es cuando los fabricantes reciben el grueso de los ingresos.
Si bien esto es una buena noticia para los fabricantes de armas estadounidenses, dificulta que Estados Unidos se plantee retirarse de Europa “en un momento en que la administración Biden repite periódicamente que su prioridad (en términos de defensa) es China”, destacó Eric Gómez , especialista en políticas de defensa del Instituto Cato.