Violada y humillada en público por el patriarcado

En el este de Nueva Delhi varias barricadas acordonan el área donde Malika fue golpeada, violada y humillada en público por la familia del joven que se suicidó tras el rechazo de su proposición amorosa, un crimen que desvela la crueldad del patriarcado cultivado en la India por hombres y mujeres.

Los taxistas se niegan a acercarse al barrio de Kasturba Nagar, un peligroso centro de traficantes y vendedores de alcohol ilegal.

En los alrededores, los habitantes señalan: “allí, en esa calle” fue donde hace varias semanas la chica fue humillada en público.

Nadie, excepto quienes viven en el barrio, puede entrar a la callejuela en la que está la casa del padre de Malika (un seudónimo para proteger la identidad de la víctima), y a unos metros el cuarto en el que fue doblegada a golpes, violada, y humillada.

En los vídeos de esa tarde se ve a Malika tendida en el suelo mientras media docena de mujeres se ensañan a palos contra ella y la graban con sus teléfonos.

En otras imágenes la chica de 20 años desfila por la calle con la cabeza rapada, el rostro ennegrecido y con un collar de zapatos colgando del cuello, mientras un centenar de personas, todos vecinos de la zona, la abofetea, repudia y aplaude los abusos.

Ahora en el barrio parece que nadie presenció lo ocurrido, todos tienen coartadas: estaban durmiendo, trabajando o en una función familiar.

“Mienten, todos aquí sabemos lo que pasó ese día, todos estábamos ahí, pero nadie hablará”, dice en voz alta un hombre en el barrio para referirse al silencio de los vecinos.

El crimen fue la materialización de una venganza familiar tras el suicidio de un joven. Para la familia del chico, Malika es la causa de su muerte, después de que durante años éste trató sin éxito de convencerla para iniciar una relación amorosa, a pesar de que la joven está casada y tiene un hijo de dos años.

“La encerraron, la golpearon, le cortaron el cabello a la fuerza, le pintaron la cara de negro, y la hicieron desfilar públicamente con una guirnalda de zapatos”.

– Informante

Castración química para los violadores en Bolivia

La Confederación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa planteó este lunes que se vuelva a debatir en Bolivia la castración química para los violadores y que se endurezcan las penas hasta lograr la cadena perpetua para feminicidas, además de una reforma de la Justicia ante la violencia machista en el país.

Las “Bartolinas” leyeron una resolución en la plaza Murillo en La Paz en la que proponen que se endurezcan las penas de quienes cometan delitos como feminicidios y trata y tráfico de menores.

Las mujeres campesinas plantean que haya un debate sobre la castración química para aquellos que sean sentenciados por violación, una propuesta que ya se planteó en reiteradas ocasiones en el país sin éxito.

También piden que se pueda sumar las penas por los delitos y que se amplíe la pena máxima en Bolivia, que es de 30 años sin derecho a indulto, a la cadena perpetua.

De la misma forma piden que haya una verdadera reforma de la justicia en el país para que puedan existir “sanciones ejemplificadoras” y que a los jueces y fiscales que cometan “actos de corrupción” o liberen a sentenciados se les pueda prohibir el “ejercicio profesional”.

Asimismo, proponen que se trabaje en la “reinserción” de los reos, por lo que a la mitad de su sentencia puedan realizar “sesiones psicológicas” y que hagan “trabajos forzados”.

Por último, exigieron ser parte de la comisión gubernamental que revisa los casos de feminicidas y violadores con sentencia que han sido liberados.

Esta determinación se da debido a un caso que causó indignación en el país de un feminicida serial que fue beneficiado con detención domiciliaria por una supuesta enfermedad incurable que padecía, y en cuya casa se encontraron enterrados al menos tres cuerpos, dos de mujeres y un hombre que era su primo.

Hasta ahora se recapturaron al menos a dos hombres con sentencia ejecutoriada por feminicidio, descuartizamiento y violación, además de otro sentenciado por asesinato.

Esta semana llega a Bolivia el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Diego García-Sayán, para evaluar la independencia de la Justicia en el país y se reunirá con diversas carteras del Estado, pero también con asociaciones civiles.

La castración química ya se propuso en 2009 en el Parlamento boliviano, también en 2018 cuando un proyecto de ley planteaba la castración quirúrgica a quienes sean violadores de menores de edad.

De la misma forma, en 2021 la bancada opositora de Creemos propuso un proyecto de ley para la castración química a violadores y cadena perpetua para quienes cometan parricidio.

En 2021 se registraron 108 feminicidios en Bolivia, uno de los países más violentos para las mujeres, y una de las constantes quejas de colectivos y familiares de las víctimas es la tardanza en la aplicación de la justicia a los agresores y la corrupción en el sistema judicial.

“Cómo te atreves a ser el problema”

La reconocida académica e investigadora Ranjana Kumari ha hecho un análisis minucioso del ataque. Para ella el hecho de que esta chica, considerada inferior, pudiera motivar el suicidio de un hombre del barrio, puso una marca sobre ella, su familia y su casta.

“La familia se estaba vengando de ella, pero la comunidad estaba castigando a todos los que son considerados iguales a la chica. Ese día, con la paliza, la violación, y la procesión en la calle, la gente intentaba decirle ‘cómo te atreves a ser tú el problema’”, dice la directora del Centro de Investigación Social (CSR).

Psicológicamente “no es solo que para esa familia ella ‘cometió un error’, sino que afectó a toda la comunidad (…) La mayoría de los vecinos eran de la misma casta, y todos tomaron parte de esa venganza”, explica.

Los cortes en la cabeza de Malika recrean la práctica de la tonsura, un castigo o marca a las mujeres que, aunque en desuso, aún puede verse en las zonas rurales. Además, la cara pintada de negro marca a los bandidos o a quienes engañan a una comunidad, mientras que la guirnalda de zapatos es un signo de vergüenza.

A Malika la desfilaron por la calle para mostrar que es una mujer “deshonrada”, y “con este ataque no la han matado, pero intentaban destruirla”, afirma Kumari.

Solo durante 2020, la última fecha de la que se disponen datos, se registraron un total de 35.331 casos de delitos contra mujeres en la India, la mayoría denunciados como actos de “crueldad por parte del esposo o familiares”, seguido de “agresión con intención de ultrajar su integridad”, secuestro, y violación.

Para Shafiq Khan, fundador de la organización Empower People, activista en la lucha por la protección legal de mujeres y víctimas de trata, “este ataque de venganza es parte de la misma noción patriarcal” que todavía domina la India.

“No se trata de hombres contra mujeres; se trata del patriarcado. Esto es parte de la sociedad y las mujeres no están aisladas de ella. Este es un proceso de pensamiento”, explica.

Mujer, de una casta inferior, y de una familia marginada, Malika “era un blanco fácil”, concluye.

La tonsura y procesión

En la habitación ahora abandonada todavía están las marcas hechas por la policía sobre las evidencias, como los mechones de pelo de Malika cortados con cuchillas y esparcidos por el suelo.

La familia “piensa que perdieron a su hijo por culpa de ella”, relató a Efe un vecino que se identifica como informante de la policía, que accedió a contar lo sucedido en condición de anonimato.

“La encerraron, la golpearon, le cortaron el cabello a la fuerza, le pintaron la cara de negro, y la hicieron desfilar públicamente con una guirnalda de zapatos”, cuenta desde el garaje de su casa y bajo llave por temor a ser descubierto por otros vecinos.

“Todos se estaban divirtiendo”, asegura.

Las mujeres que torturaron a Malika “hicieron que sus hijos, aún adolescentes, le hicieran de todo (…) desde abuso sexual hasta golpearla, todo”, dice con vergüenza de referirse a la violación.

Un oficial de policía, que pidió no ser identificado, dijo a Efe que ese día varios chicos, de entre 15 y 17 años, pusieron sus genitales en la cara de la víctima, alentados por sus madres.

“La investigación continúa”, aseguró a Efe el inspector de Policía de la zona, R. Sathiyasundaram, que anotó que hasta ahora han detenido a veinte personas, la mayoría mujeres, además de cuatro menores de edad.

El vecino del lugar explica que fue el único de aquella calle que llamó a la policía.

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