Es falso que las vacunas anticovid provoquen daños cardíacos irreparables en los niños, como aseguran publicaciones en redes sociales basadas en testimonios de supuestos expertos que tergiversan informes científicos o datos oficiales para difundir alarmas infundadas contra la vacunación infantil.
Circulan desde hace días en América Latina y España, tanto en Facebook como en Twitter, distintas publicaciones que piden no vacunar a los niños contra COVID-19 para evitarles padecer enfermedades cardíacas irreversibles.
Entre estos mensajes destacan los que citan como fuentes al investigador estadounidense Robert Malone.
El propio Malone, que se presenta como “inventor de las vacunas de ARN mensajero”, ha grabado un vídeo en el que niega que vacunar a los niños suponga beneficio alguno para ellos o sus familias y asegura que, por el contrario, pueden provocarles “daños irreparables”.
Según su argumentación, la vacuna introduce “un gen viral” en el cuerpo del niño para crear proteínas espícula (“spike” o “S”) a su juicio “tóxicas”, que “normalmente causan daños permanentes” en el corazón y los vasos sanguíneos.
En otra grabación, sostiene que la posibilidad de que los menores sufran daños cardíacos “es seis veces superior con la vacuna que con el virus”.
Datos
Es falso que las vacunas anticovid causen daños cardíacos irreparables en los niños.
Los casos de miocarditis (una inflamación del músculo cardíaco) entre menores vacunados son extraordinariamente raros, leves con una rápida recuperación, y esa enfermedad es más frecuente como consecuencia del COVID que tras la vacunación.
Afirmaciones sin base científica
Consultado por EFE, el doctor Ángel Hernández Merino, asesor del Comité de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), explica que las afirmaciones de Malone carecen de toda base médica o científica e incluso falsean las conclusiones de un estudio estadounidense del pasado julio que sostienen lo contrario de lo que él afirma.
Ese informe -aún en fase de prepublicación- concluía precisamente que el riesgo de sufrir miocarditis era seis veces superior entre los niños infectados por el SARS-CoV-2 que entre quienes habían recibido la vacuna.
Un caso de miocarditis entre 100 mil
Según explicaba la AEP, la incidencia acumulada de infecciones por SARS-CoV-2 es más alta en niños menores de 12 años que en cualquier otro grupo y, en cambio, la miocarditis asociada a las vacunas de ARNm disminuye con la edad.
Además, es “muy probable” que este riesgo sea por debajo de 12 años “mucho menor que tras la vacunación de adolescentes y adultos jóvenes”, ya que el preparado para niños posee “menor cantidad de ARNm”.
De todas formas, los casos registrados de miocarditis aparecieron solo con una proporción de 1 a 5 por cada 100 mil vacunados, de forma más frecuente en varones de 16 o más años.
“Suelen ser leves y con recuperación rápida”, señala el doctor Hernández Merino, y suponen “un riesgo menor que los de la enfermedad natural a la que están expuestos los no vacunados”.
Este experto destaca asimismo los últimos datos recabados en EU por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC): tras más de siete millones de niños vacunados con edades de 5 a 11 años, solo había un caso de miocarditis por millón, también con evolución leve.
Beneficios superiores a los riesgos, que son leves
En la práctica, los efectos secundarios más comunes en los niños de 5 a 11 años son similares a los de 12 años o más e incluyen cansancio, dolor muscular y de cabeza, escalofríos y enrojecimiento en el lugar de la inyección.
Todos ellos “suelen ser leves y moderados y mejoran a los pocos días de la vacunación”, tal como precisa el comité de medicamentos humanos (CHMP) de la EMA.
También la Administración de Alimentos y Medicamentos de EU (FDA, por sus siglas en inglés) ha realizado estimaciones comparativas de beneficios frente a riesgos para los niños en distintos escenarios y todos ellos han resultado favorables a la vacunación.
Los pediatras defienden la necesidad de vacunar a los niños porque, aunque por lo general cursan el COVID de manera leve y la letalidad es “extraordinariamente baja”, en ocasiones puede complicarse y, además, ahora mismo es la franja de edad que presenta la incidencia de transmisión más alta.
Por tanto, su vacunación facilita que disminuya la circulación del SARS-CoV-2 y la aparición de nuevas variantes y contribuye a la inmunidad de grupo, sin olvidar que también sirve para lograr espacios educativos seguros que permitan normalizar la escolarización y las relaciones interpersonales de los propios niños.
Ni invento las vacunas ARNm, ni inyectan proteínas tóxicas
En su vídeo, el doctor Malone asegura que las vacunas de ARNm como la de Pfizer generan proteínas de espícula “tóxicas” que causan daños permanentes en el corazón, pero la realidad es que esas proteínas “S” ni son tóxicas ni se propagan por el cuerpo de forma dañina, sino que se descomponen poco después de la vacunación.
Aunque Malone se presenta como el inventor de las vacunas de ARNm, este logro es resultado del trabajo de centenares de investigadores a lo largo de décadas y solo hubo descubrimientos que lo hicieron viable a partir de 2004.
Su contribución específica fueron artículos científicos en 1989 y 1990 que demostraban en ratones cómo el ARNm envuelto en glóbulos de grasa puede producir ciertas proteínas.