Tras la sorpresiva derrota que sufrió ante el modesto Sheriff Tiraspol en la segunda Jornada de la Champions League, el Real Madrid llenó de dudas a la afición merengue y al mundo del futbol en general. Aquella derrota por 2-1, tuvo además el aliciente de haberse dado en el Santiago Bernabéu, lo que la hizo más dolorosa.
En esta ocasión, el conjunto blanco tenía claro el objetivo: sacar el triunfo y sellar su pase a Octavos de Final. Carlo Ancelotti mandó a su once de lujo, confirmando que no quería volver a sufir alguna sorpresa.
Con goles de David Alaba, Toni Kroos y Karim Benzema, los merengues se hicieron con el triunfo, en un partido que se complicó más por el clima, que por el rival.
Fue un nuevo recital de los tres tenores -Kroos, Modric y Casemiro, entre los que llevó la voz cantante el centrocampista alemán, que marcó un gol cartesiano, el segundo, de regla y cartabón.
Este equipo no es el mismo que cayera en Madrid ante el equipo moldavo. Es una máquina bien engrasada en la que nadie desentona. La defensa se ha asentado, el centro del campo es una orquesta y la delantera ve gol con facilidad.
Como el Inter derrotó al Shakhtar en Milán, la suerte del grupo D se decidirá en la última jornada en el Santiago Bernabeu. El Madrid, con doce puntos, le saca dos a los italianos, por lo que le vale el empate para ser primero de grupo.
El equipo blanco superó el mal trago de jugar en Transnistria, un territorio no reconocido por la ONU, con una actuación que hizo las delicias de la afición local.