Rusia anunció este lunes la suspensión de su misión ante la OTAN y la de la Alianza Atlántica en Moscú, tras la retirada el 6 de octubre de las acreditaciones a ocho representantes rusos ante la organización, acusados de espionaje.
Esta decisión ilustra aún más las fuertes tensiones que han enfrentado a Rusia con los países occidentales desde hace varios años, entre sanciones, expulsiones cruzadas de diplomáticos, acusaciones de injerencia electoral, espionaje y ciberataques atribuidos a Moscú.
Rusia, por su parte, recrimina a la Alianza Atlántica por su ambición de extenderse hasta sus fronteras, integrando a Ucrania y Georgia, dos ex repúblicas soviéticas a las que considera aún parte de su esfera de influencia.
“Tras ciertas medidas tomadas por la OTAN, no se dan las condiciones básicas para un trabajo en común”, indicó este lunes el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, precisado que las medidas entrarán en vigor el 1 de noviembre.
Concretamente, Rusia suspenderá indefinidamente su misión en Bruselas en el seno de la alianza militar occidental, así como la misión de la OTAN en la embajada de Bélgica en Moscú. Ésta tiene como rol garantizar la relación entre la alianza en Bruselas y el ministerio de Defensa ruso.
Lavrov también anunció “poner término a la actividad de la oficina de información de la OTAN”, cuya misión, como lo define la alianza, es “mejorar el conocimiento y la compresión mutuos”.
Desde 2014, con la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia, “la OTAN ya ha reducido en forma considerable los contactos con nuestra misión. En lo que concierne la parte militar, no ha habido ningún contacto desde entonces”, justificó el jefe de la diplomacia rusa.
“La actitud de la Alianza hacia nuestro país se ha vuelto cada vez más agresiva”, denunció Rusia.
La OTAN dijo que “lamenta” esta decisión de Moscú.
“Hemos reforzado nuestra disuasión y nuestra defensa en respuesta a los actos agresivos de Rusia, pero seguimos abiertos al diálogo”, afirmó una portavoz de la Alianza, Oana Lungescu.
“La decisión rusa es más que desafortunada”, aseguró, por su lado, el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, quien consideró que esto “prolongará las relaciones glaciales” entre las autoridades rusas y la OTAN.