* No está en el santoral católico lo de las bromas, sino que es una tradición europea que traspasó continentes
Tijuana b.c (SBC).-Quizá muchos se hagan la pregunta obligada: ¿por qué si en el santoral católico el 28 de diciembre se conmemora con luto la matanza de niños en Belén, considerados santos inocentes, trascienden los que gastan bromas?
Eso de las bromas no está en la liturgia católica; es en realidad una tradición europea que traspasó los continentes, y su origen viene de las fiestas saturnales de los romanos, por lo tanto, no es coincidencia que por un lado se conmemore a los inocentes niños asesinados, con las bromas que terminan con la frase “inocente palomita que te dejaste engañar”.
No tienen sustento bíblico ni la liturgia católica de conmemoración luctuosa por el infanticidio, ni la costumbre de hacer bromas el 28 de diciembre, pero ambas tradiciones se circunscriben en las fiestas saturnales que la Iglesia Católica reemplazó con diversas tradiciones “cristianas”.
Acomodando fechas a diestra y siniestra, para “cristianizar” a los romanos, la Iglesia Católica impuso la Navidad el 25 de diciembre y el Día de Reyes el 6 de enero (y hasta el 12 de diciembre como santoral de “vírgenes” y “santos”), incluyendo el Día de los Santos Inocentes el 28 de diciembre, aunque las fechas no tuvieran una secuencia lógica, todo, con tal de que las costumbres de las fiestas saturnales fueran “bendecidas” y “transformadas” al “cristianismo”.
No obstante, ese acto de “cristianizar” las fiestas saturnales, no pudo borrar algunas costumbres, como la que se narra enseguida:
Las fiestas saturnales duraban dos semanas, del 17 de diciembre al 2 de enero, y estaban plagadas de algunas costumbres, como la de comer un pan en el que se escondía un haba (de ahí la inspiración para la Rosca de Reyes), y a quien lo encontraba le daban, a manera de broma, la calidad de rey; o sea, el plebeyo se convertía en rey, y todos bromeaban contra la alta jerarquía monárquica, y hasta contra la misma jerarquía católica, a la cual siempre vieron en “amasiato” con el poder político.
Posteriormente, en las fiestas y carnavales medievales, al falso rey le llamaban “el rey de gallos” o “rey de los inocentes”, y el evento se denominaba como “la fiesta de los locos” o “el jolgorio del rey pájaro”; esto, en España, cuando dominaba la Corona de Aragón.
En la parodia los plebeyos convertidos en “reyes” lideraban séquitos de jóvenes desenfrenados que estimulaban al “monarca” temporal a cometer bromas, y, en ocasiones, abusos contra otros conciudadanos, y, por esa cuestión de los abusos, fue prohibida la costumbre en España y otros países europeos, pero quedó vigente la loca costumbre de hacer bromas.
El día propicio para esos bromistas, desde las mismas saturnales, en la antigua Roma, hasta las fiestas medievales, se fijó el 28 de diciembre. De tal manera que, crecieron juntas las dos tradiciones: la de la conmemoración luctuosa a los “Santos Inocentes”, y la de las bromas con la frase: “inocente palomita que te dejaste engañar”.
Con la invención de la imprenta y la aparición de los periódicos, los periodistas hicieron suya la fiesta de los Santos Inocentes publicando noticias falsas que remataban con esa frase: “Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se debe prestar”, pues jamás se regresará lo prestado (referencia a publicación en el portal de Milenio noticias).
Incongruencias cronológicas
Ya para nadie es un secreto que La Iglesia Católica inventó el 25 de diciembre como “día del nacimiento de Jesucristo”, como se dice comúnmente: “la Navidad del Niño Dios”, pero, como se decía antes, con tal de “cristianizar” a los romanos, aprovechando las fiestas saturnales, no se fijaron en incongruencias cronológicas.
Lo del Día del Adviento, o anuncio angelical a la virgen María de que resultaría embarazada y de su vientre saldría El Hijo de Dios, lo calcularon el 1 de diciembre; pero esa fecha se contradice con la propia imposición del 25 de diciembre como día de nacimiento, o Navidad, de Jesús, pues, de haberse “embarazado” María en diciembre, el bebé tendría que haber nacido a principios de septiembre.
A decir verdad, septiembre sí es una fecha que se acerca más la verdadera fecha de nacimiento de Jesús, tomando en cuenta que, al momento de morir, Jesús tenía 33 años y medio, de tal manera que, si murió entre finales de marzo o principios de abril, de nuestro calendario gregoriano (porque los meses judíos eran levemente más cortos que los meses del calendario nuestro, y eso hace variar la conmemoración de la muerte de Jesús), seis meses atrás encaja entre fines de septiembre o principios de octubre.
El caso es que, el afán de La Iglesia Católica de “cristianizar” a los romanos en un mes de diciembre, de juergas y orgías romanas, los hizo caer en su primera incongruencia cronológica: Día del Adviento el 1 de diciembre, y Navidad el 25 de diciembre.
En todo caso, el “adviento” habría sido en la última semana de abril, para que encajara el nacimiento o Navidad el 25 de diciembre.
Luego marcan el 28 de diciembre como Día de los Santos Inocentes, y el 6 de enero como el Día de Reyes, lo cual es otra incongruencia, ya que, primero fue la visita de los llamados “Reyes Magos”, y después la matanza de niños, no al revés.
En el embrollo católico de fechas pareciera que el adviento se dio el primero de diciembre, y María tuvo el parto más de 12 meses después, para que, posteriormente, a los 12 días llegaran a visitarla los “Reyes Magos”.
No habría problemas cronológicos entre el día de nacimiento o Navidad y la visita de los astrólogos o “Reyes Magos”, si se toma en cuenta que el cálculo de esos tres personajes (ya considerados “santos” por La Iglesia) fue que el bebé tendría, para entonces, a la llegada de ellos, uno o dos años de nacido (Mateo 2:2-6, 16), de tal manera que, pudiera tomarse el 6 de enero, uno o dos años después del 25 de diciembre del llamado Año 1 de nuestra Era Común.
Sin embargo, sería difícil encuadrar un 6 de enero de visita de “Reyes Magos” con un 28 de diciembre de matanza de bebés, pues el Rey no se habría tardado tanto (más de 11 meses), para darse cuenta de que los astrólogos o “Reyes Magos” no regresaron, y, sintiéndose engañado, burlado, por esos extranjeros, mandara “matar a todos los niños de 2 años de edad para abajo que vivían en Belén y todos sus distritos” (Mateo 2:16).
Ningún católico ha cuestionado esas fechas, incluso, quizá ni siquiera hayan razonado sobre esas incongruencias, pues, al final de cuentas, ni siquiera los romanos “cristianizados” hicieron cuestionamientos, porque los dejaron seguir con sus fiestas, con algunos cambios litúrgicos, que fueron muy atractivos.
Como se dice ahora: Jesús no nació el 25 de diciembre, pero, todo el santoral católico de diciembre y enero es propicio para la unión familiar, y por supuesto, buena temporada para el comercio; al final de cuentas, el último mes del año es propicio para la reflexión anual.
Viéndolo desde la perspectiva pacifista y de unidad familiar, no hay problema alguno, es grato y apropiado; pero, religiosamente es un fraude, tolerado nomás por el mensaje de paz y amor en el último mes del año, y los buenos deseos para el año siguiente.