Los aspirantes a la candidatura demócrata a la presidencia chocaron la noche del miércoles en un debate centrado en el futuro de la salud en Estados Unidos, la desigualdad racial y su capacidad de formar una coalición ganadora que derrote al actual presidente, Donald Trump, en las elecciones del año que viene.
El duelo llegó tras horas de declaraciones en la pesquisa de juicio político a Trump, y en un momento clave en las primarias demócratas para elegir a su rival de 2020. Quedan menos de tres meses para las primeras votaciones y aún hay grandes interrogantes en torno a los favoritos, mientras se acaba el tiempo para que los candidatos minoritarios den el salto o nuevos demócratas lancen improbables campañas de última hora.
Pero en medio del caos, los aspirantes a la Casa Blanca se ven a menudo sobre terreno familiar, en concreto en la cuestión de si el partido debe adoptar una estrategia general de “Medicare para todos” o hacer cambios más discretos al sistema sanitario actual.
Los senadores Elizabeth Warren, de Massachusetts, y Bernie Sanders, de Vermont, los más progresistas de los aspirantes, defendieron con firmeza una cobertura sanitaria para todos que eliminaría el modelo actual de seguros privados a favor de un sistema estatal.
“El pueblo estadounidense entiende que el sistema sanitario actual no solo es cruel, es disfuncional”, dijo Sanders.
El exvicepresidente Joe Biden replicó que mucha gente estaba contenta con el seguro privado que recibía a través de sus empleos, mientras que Pete Buttigieg, alcalde de South Bend, Indiana, se quejó de que otros aspirantes intentaban tomar el “paso divisivo” de obligar a la gente a adoptar un modelo de sanidad universal “tanto si quieren como si no”.
Los demócratas tuvieron éxito el año pasado con una campaña basada en la salud y recuperaron el control de la Cámara de Representantes con el mensaje de que los republicanos estaban recortando las prestaciones sanitarias existentes. Pero los miembros moderados del partido temen que “Medicare para todos” sea más complicado y no suponga los mismos beneficios políticos. Especialmente después de que los demócratas ganaran este mes elecciones en Kentucky y Virginia sin apostar por ese sistema.
“Debemos tener con nosotros a nuestra motivada base demócrata”, dijo la senadora por Minnesota Amy Klobuchar. “Pero consigamos también a esos independientes y republicanos moderados que ya no soportan (a Trump)”.
El quinto debate de las primarias demócratas se organizó en Atlanta, una ciudad que desempeñó un papel clave en el movimiento de los derechos civiles, y la diversidad del partido, con dos candidatos afroestadounidenses, estaba sobre la mesa.
Pero había discrepancias sobre la mejor manera de ganarse a los votantes de minorías, que son cruciales para obtener la candidatura demócrata y lo serán en las elecciones generales.
La senadora por California Kamala Harris y el senador por Nueva Jersey Cory Booker dijeron que en ocasiones, el partido se ha quedado corto en su acercamiento a los estadounidenses negros.
“Durante demasiado tiempo, creo, los candidatos han dado por sentadas circunscripciones que han sido la columna vertebral del Partido Demócrata”, dijo Harris.
“Ustedes llegan a una iglesia negra y quieren que les voten, pero sencillamente nunca habían pasado por allí antes”.
“Los votantes negros están enfadados, y están preocupados”, señaló Booker.
Cuatro mujeres hicieron de moderadoras, incluidas Rachel Maddow, una popular periodista progresista de MSNBC, y Ashley Parker, reportera de la Casa Blanca para el Washington Post. Fue la tercera ocasión en la que un debate de primarias tuvo solo mujeres como moderadoras.
Buttigieg, convertido en un blanco de ataques tras su reciente ascenso en los sondeos, que le sitúan junto a Biden, Warren y Sanders entre los favoritos de la larga lista de aspirantes, respondió a una pregunta al principio sobre cómo ser alcalde de una ciudad de 100 mil habitantes lo cualifica para ocupar la Casa Blanca.
“Sé que desde la perspectiva de Washington, lo que pasa en mi ciudad puede parecer pequeño”, dijo Buttigieg. “Pero sinceramente, donde vivimos, son las luchas internas del Capitolio las que parecen pequeñas”.
Klobuchar alegó que tiene más experiencia aprobando leyes y sugirió que a las mujeres se les exige más en política.
“De otro modo podríamos jugar a un juego llamado ‘Nombra a tu mujer presidenta preferida’, algo que no podemos hacer porque han sido todos hombres”, señaló.
Hubo otro momento memorable cuando Biden -que no recibió ningún ataque real de sus rivales- respondió con torpeza a una pregunta sobre cómo combatir la violencia contra las mujeres.
“Simplemente tenemos que cambiar la cultura”, dijo. “Y golpeándola, y golpeándola, y golpeándola”.
Pero la conversación no dejaba de volver al Medicare para todos, que ha dominado las primarias, especialmente en el caso de Warren. La senadora presentó un plan para reunir más de 20 billones de dólares en nuevos ingresos del gobierno para ofrecer sanidad universal. Pero también dijo que aplicar el programa podría llevar tres años, atrayendo críticas de moderados como Biden y Buttigieg, que creen que intenta distanciarse de una idea impopular, y de los partidarios de Sanders, que creen que el compromiso de la senadora con la sanidad universal está flaqueando.
Sanders hizo hincapié en decir que él enviaría una ley de Medicare para todos al Congreso en la primera semana de su gobierno.
Booker se vio especialmente presionado el miércoles porque aún no ha alcanzado el apoyo en los sondeos que requiere el Comité Nacional Demócrata para participar en el debate de diciembre en California. Dedicó varios minutos a discutir con Warren sobre la necesidad de mejorar la forma en la que se cobra impuestos a los ricos, pero también pidió “aumentar la riqueza” entre gente de color y otras comunidades marginalizadas.
“Tenemos que empezar a empoderar a la gente”, dijo Booker.