TIJUANA BC (SBC).- Para tener mayor capacidad de gestión y que sus decisiones tengan más peso político y transversalidad en el resto de las áreas del gobierno federal, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) debería evolucionar a una Secretaría para el Desarrollo Sostenible.
Así lo consideró el ingeniero José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación Ambiental (CIGA), afirmando que uno de los beneficios sería articular mejor las políticas públicas y que las decisiones que se toman en temas ambientales tengan más respaldo del resto de las estructuras del gobierno federal y de gobiernos locales.
“Tendría una estructura más esbelta, sin delegados estatales y algunas funciones pasarían a los gobiernos locales; tendría mayor capacidad de gestión y más peso político, porque sus decisiones serían transversales y vinculantes en las estructuras de gobierno, además de que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente sería autónoma”, explicó.
Afirmó que la Semarnat encabezada por Rafael Pacchiano, con la visión que mantuvo el gobierno federal actual, no supo aprovechar la participación social organizada y, en cambio, desapareció los Consejos Consultivos para el Desarrollo Sustentable (CCDS) que por más de veinte años aportaron a una mejor toma de decisiones.
“La Semarnat no pudo ser interlocutora de los CCDS nacidos cuando Julia Carabias encabezaba la entonces Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca; hace dos años los desmanteló, desviando recursos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y recién lanzó una convocatoria para un consejo sectorial”, criticó.
Tal parece, añadió José Carmelo Zavala, que la Semarnat no entendió la importancia de la transversalidad y en vez de ensanchar la participación, eliminó a consejeros representantes de dos sectores que sí estaban incluidos en los CCDS: el sector de organizaciones de jóvenes y el sector de organizaciones de mujeres o con perspectiva de género.
“Eliminó la elección de consejeros, sustituyéndola por un dictamen oficial, una selección, sin la democracia que caracterizaba a los CCDS; el gobierno federal aún no puede aceptar la lección del 1 de julio; fracasó porque la participación social organizada en los CCDS le resultó incómoda, por eso la solitaria aventura de la Vaquita Marina”, sostuvo.
Recordó que los CCDS eran la forma más estructurada de participación, representativa de la pluralidad, con un Consejo núcleo por estado, seis regionales y uno nacional, pero la Semarnat, con su corta visión sectorial, no pudo entenderse con un CCDS de óptica integral y no evolucionó, prefirió crear otro consejo y mantenerse en su zona de confort.
“No escuchó a su mínimo perímetro social reflejado en los CCDS y sigue necio, autista, sordo, convocando a un consejo que le sea espejo, que le pueda decir lo que gusta escuchar y ver, deleitarse con su propia imagen y ecos de sus mismas palabras”, añadió Zavala Álvarez, quien fue por varios años presidente del CCDS Región Noroeste.
Explicó que, según la convocatoria, el Consejo Consultivo Nacional del Sector Ambiental 2018-2020 promoverá la participación de expertos para emitir opiniones en la formulación e implementación de la política ambiental federal, con 32 representaciones estatales, cada una con cuatro integrantes de cuatro sectores distintos.
“Incluye a representantes de la academia, de comunidades indígenas, de organismos empresariales y de organizaciones de la sociedad civil, pero deja fuera al sector jóvenes y al de mujeres; resulta absurdo que un requisito es no haber sido parte de algún anterior mecanismo de participación ciudadana institucionalizado del sector ambiental”, remarcó.
Tal vez es momento, reiteró, de una Secretaría para el Desarrollo Sostenible que intente articular economía, ecología y sociedad, los tres elementos del desarrollo sustentable, con políticas públicas alineadas en una misma dirección, para que no se contradigan turismo, industria, educación, agricultura, urbanismo, etcétera.
“Tan solo el articular las políticas públicas haría una gran diferencia; si el gobierno tuviera profesionales con visión de largo plazo, se promovería la colaboración ambiental en la frontera y, en el tema del manejo de residuos, se impulsaría la separación, no la mezcla, para una economía circular que ayude a mitigar los efectos del cambio climático”, opinó.
Es posible, agregó, que estemos sobre diagnosticados, falta ya pasar a lo operativo, en una alianza con el sector empresarial para multiplicar los recursos fiscales y lograr, por ejemplo, Unidades de Vida Articulada (UVA´s), esas transformaciones urbanas barriales para el encuentro ciudadano, el deporte, la recreación, la cultura y la participación comunitaria.
“Hay que ver al sector comercio como un distribuidor de bienestar; el comercio justo, equitativo y sostenible es el instrumento para disminuir la desigualdad, es un vehículo para poner al alcance educación, tecnología y bienestar para una seguridad sostenible”, dijo.
Zavala Álvarez, quien es también vicepresidente de Gestión Ambiental en la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) de Tijuana, destacó que los abarrotes, talleres, estéticas, yonkeros, llanteras, comercio y servicios son “células madre” capaces de reconstruir y sanear el tejido social, algo indispensable para la seguridad y el desarrollo sostenibles.
Los comercios pueden convertirse, finalizó, en núcleos de encuentro comunitario, vecinal, en espacios públicos con valor agregado, iluminación, transporte, internet inalámbrico, servicios salud, micro préstamos, emergencias, minibibliotecas, parques de bolsillo, centro de información y centros de acopio de reciclables.