TIJUANA BC (SBC).- El mayor impacto del cambio climático es en el agua y causará las mayores olas migratorias de la historia, habrá que cruzar fronteras para sobrevivir ante la escasez, que hoy afecta a más de 40 por ciento de la población mundial, solo la colaboración binacional puede salvarnos de vivir ese escenario en esta frontera.
Así lo remarcó el ingeniero bioquímico José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), afirmando que el futuro ya llegó, por lo que urge promover el reúso de agua tratada, contar con almacenes de agua, evitar las pérdidas por fugas y ya poner en marcha la desaladora pendiente en Ensenada.
Recalcó que manejar el recurso con una visión de futuro es de la mayor relevancia para evitar la mayor migración de la historia, porque el agua está asociada a la vida y las poblaciones se moverán buscando la sobrevivencia, tendrán que migrar para acceder a un derecho humano básico, como lo es el agua.
“El agua es el tema de un futuro que ya llegó, el mayor impacto del Cambio Climático es en el agua y las fronteras serán rebasadas si no existe colaboración en lugar de competencia; aquí en la frontera, el reto es que el agua nos mantenga unidos, lograr una colaboración binacional, porque somos una sola comunidad en un solo ecosistema”, enfatizó.
Zavala Álvarez comentó que según cifras de la Organización de Naciones Unidas la escasez afecta a más de 40 por ciento de la población mundial, por ello el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6 de la ONU es Agua Limpia y Saneamiento, dado que el acceso al agua potable es un derecho humano básico, esencial para una vida saludable.
Reiteró que evitar el desperdicio es un reto global que requiere acciones locales y acuerdos binacionales, pues el manejo del agua debe verse con una óptica binacional, sin descartar desde luego la visión nacional de cada país, ya que en ocasiones la colaboración resulta determinante para la acción y en otras la competencia entre actores define el plan a seguir.
Entre las realidades sobre las que hay que tomar decisiones, dijo que el acueducto Mexicali-Tijuana trasportó en 2017 unos 140 millones de metros cúbicos de agua, de los cuales se perdieron en el camino 14, es decir el 10 por ciento, lo cual es muy grave, por lo que cuestionó: ¿acaso habrá “huachicoleros” que ordeñan el acueducto?
Recalcó que las pérdidas en la red en Tijuana alcanzan el 23 por ciento, pues se pierde un metro cúbico por segundo del agua transportada desde el Río Colorado y aun así algunos defienden el indicador, comparándolo con otras zonas de México que pierden hasta 45 por ciento, cuando sería mejor compararse con San Diego, que la trae del mismo Río.
José Carmelo Zavala insistió en que la colaboración es vital, recordando que en una dura época de sequía, los gobiernos de México y Estados Unidos decidieron un “flujo pulso” para revivir el Delta del Río Colorado, en un espíritu de colaboración entre gobiernos y sociedad civil, y también se refirió a la experiencia del Canal Todo Americano.
“San Diego compra agua a Valle Imperial que se ahorre por pavimentar el canal que transporta agua del Río Colorado desde Yuma; México protesta porque las filtraciones alimentan los pozos de la mesa arenosa al sur de la frontera, pero no pavimentar significaba muchas pérdidas, era una ilógica posición, no razonable en una visión de una sola cuenca; al final se pavimentó solo una fracción pequeña para alimentar humedales con valor ambiental”, recordó.
Señaló que actualmente la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), a través del Banco de Desarrollo de América del Norte (BDAN), patrocina estudios para el manejo integral de agua en la cuenca del Río Tijuana, en un intento por corregir los derrames de aguas residuales que llegan a Imperial Beach.
“Hace pocos años también la EPA, a través del BDAN, pagó un plan maestro para manejo de agua, ¿no lo implementamos o será que no profesionalizamos el manejo de agua y nuestros organismos operadores siguen siendo plataformas políticas? Una colaboración con recursos del norte de la frontera, derrochados en el sur, con perjuicio a todos”, criticó.
Otro frente, agregó, es el reúso de agua tratada, pues mientras en San Diego se logra un muy buen aprovechamiento, en Tijuana la tiramos por falta de infraestructura y acuerdos entre dependencias de gobierno; añadió que el acueducto a Valle de Guadalupe demuestra que es mucho más barato usar como fuente de abasto el agua tratada que el agua de mar.
“Cuesta 11 pesos el metro cúbico puesto en Valle de Guadalupe, ya con el tratamiento extra y en un acueducto de 100 kilómetros, con inversión privada, no de una asociación publico privada (APP), contra los 20 pesos que cuesta el metro cúbico con ósmosis inversa en la desaladora de Rosarito, en una APP que establece el aumento de tarifas en automático; los números obligan a una revisión crítica del proyecto por lo menos”, alertó.
Criticó que en años recientes California tomó medidas extremas para ahorrar agua en el periodo de sequía, mientras que Baja California se quedó en el discurso, como si fuera otra región y, en suma, promovió una industria de uso intensivo de agua, como una cervecería en Mexicali, una política incongruente con el discurso del gobierno estatal sobre la escasez.
“El mar es fuente de abasto con más certidumbre que el Río Colorado y ósmosis inversa es una tecnología disponible, solo faltan mejores decisiones; la desoladora en Ensenada es un triste ejemplo, muchos años para que opere y sigue esperando; planear el agua del futuro con esta lentitud de obra es grave, urge una visión de conjunto que considere reúso, pérdidas por fugas y el uso eficiente en general”, opinó.
Otra urgencia, finalizó, son almacenes de agua; tras el sismo en el Valle de Mexicali se dañaron los canales y se almacenó agua en la presa Hoover de Las Vegas; parte de esa agua se quedará allá por 18 millones de dólares para mejorar el riego en Mexicali y aunque el gobierno mexicano no lo acepta como venta de agua, es difícil verlo de otra manera.
“Acá tenemos la presa Rodríguez y no la usamos como almacén de seguridad, serían 140 millones de metros cúbicos disponibles ante un eventual sismo que dañe el acueducto que abastece a Tijuana desde el Río Colorado; hoy sólo usamos la de Las Áureas en Tecate y El Carrizo, con capacidad para 5 y 35 millones de metros cúbicos, respectivamente”, dijo.