Elecciones 2018 ¿Votar o no? ¿Y el abstencionismo?

Por: César del Pardo Escalante

El abstencionismo electoral como protesta política o prepolítica tiene infinidad de interpretaciones, así como análisis y estudios; desde Friedrich Katz en su magnífica biografía de Pancho Villa y una vasta literatura de Marx, Lenin, Trotsky, Weber y para no presumir tanto clásico nos quedaríamos con dos estudios básicos y con indudable vigencia; Pancho Villa de Friedrich Katz (1.-) y el articulo de Iván Zavala Echeverria (2.-).

Escribe Iván Zavala “Si la “salud” de la democracia se mide por el número de ciudadanos que van a las urnas, la abstención electoral es el mayor síntoma de su enfermedad. Si una enfermedad grave lleva a la muerte, discernir si ese síntoma es grave, es prever la muerte de la democracia.” Mas adelante reafirma citando a Saint-Simon: “un científico es un hombre que prevé; la ciencia es útil porque a través de la razón da el medio para predecir, y por eso los científicos son superiores a todos los otros hombres”.

Bien; en la obra de Friedrich Katz sobre Pancho Villa, se da referencia a las crisis del régimen de Porfirio Diaz en cuyos procesos electorales lo elegían con el 99% de los votos donde los votantes eran de nómina mientras la absoluta mayoría de la población se abstenía de votar a lo cual Friedrich Katz le daba categoría de protesta prepolítica.

Ahora en esta nueva coyuntura electoral del 2018 todos los partidos y el estado; como una cuestión de seguridad nacional; llaman a ejercer el deber cívico de votar; “tu fuerza está en tu voto” dicen los oficialistas y nadie ha señalado que la “abstención electoral es el mayor síntoma de su enfermedad.” Y quienes por razones justas deciden no hacerlo se enfrentan a los partidos hasta el colmo del chantaje acusando a quien se abstiene como cómplice del sistema; una especie de cristianismo político cuya consecuencia de cuestionador será la penalización, parafraseando a Nietzsche.

En su artículo Iván Zavala afirma ” En 2003 no fueron a las urnas 38,015,999 de 64,643,559 con credencial de elector, es decir, el 58.8 por ciento”; es decir más de la mitad de los electores los desairaron, por decirlo de la manera más amable.

Desde 1988 las votaciones fluctúan así; en 1988 52.01%, en 1994 llego al 77.11 %, en el 2000 bajo al 63.97, en el 2006 volvió a la baja con el 58.55%, en el 2012 subió al 63.14%.

Para explicarnos lo anterior es necesario tomar como referencia el porcentaje de votantes del padrón elector, porque luego mañosamente los partidos presumen el aumento de su votación sin precisar el aumento de número de electores.

Pocos dudan que la crisis del sistema político mexicano inicio 1988, incluso con mayor magnitud que en 1968 y partir de ahí fluctúa la votación dependiendo las expectativas y el desgaste político; en 1994 el aumento de la votación sin duda fue una respuesta al crimen de Luis Donaldo Colosio y el levantamiento zapatista y después de ese boom hasta hoy el sistema electoral no se ha repuesto; si bien con Vicente Fox se creó expectativas estas no fueron suficientes para alcanzar y mucho menos superar la votación de 1994 y por más que se presuma el fraude electoral del 2006 contra López Obrador debemos recordar que ha sido la elección presidencial con más abstención desde 1988.

Si bien los recursos del estado para acabar el abstencionismo son enormes como fue la elección del 2012 no fueron suficientes para alcanzar la votación de 1994 y con el desgaste y la degradación de la clase política, la descomposición del país y el hartazgo y por lo mismo es posible que la votación vuelva a tener una recaída o bien quien resulte electo podría no llegar con alrededor del 20% de los votos emitidos, en un mar de abstención que bien podría llegar como mínimo 45%; lo cual significaría que por las múltiples razones el 80% no estaría de acuerdo con quien gane la elección.

Millones de mexicanos no vamos emitir votos por ninguno de los candidatos presidenciables; en las federales para senadores, diputados y estatales o municipales el abstencionismo será una locura; de ese tamaño es el estado de salud del sistema electoral mexicano.

Sin duda una opción a los millones de mexicanos, cuya magnitud de acuerdo al padrón electoral es mayor que todos los partidos juntos, se debe estar perfilando; bien debería la clase política y sus partidos analizar su nivel de degradación.

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