TIJUANA BC (SBC).- El modo de evitar que más residuos plásticos lleguen al mar y causen la muerte de especies y ecosistemas marinos está en reutilizar y reciclar, en lograr una economía circular en torno a los residuos, porque el problema no es que el plástico sea no biodegradable, sino que al ser barato lo usamos una sola vez y lo desechamos.
Así lo consideró el ingeniero bioquímico José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), afirmando que ser no biodegradable también significa duradero y convienen productos que puedan usarse muchas veces, pero falta más conciencia ciudadana y una responsabilidad social empresarial extendida.
El también empresario dedicado al manejo de residuos explicó que una economía circular vuelve a los residuos materia prima de otro proceso o productos, cerrando círculos tecnológicos para no dejarle la tarea a la naturaleza y sus microorganismos, al menos no en condiciones descontroladas o libres, sino a través de, por ejemplo, biodigestores.
“Si un material es no biodegradable, más potencial de reciclado tiene; la economía de mercado no lo debe depreciar para que conserve un valor marginal que le permita estar en un circuito y no ser abandonado en mares, ríos, arroyos, bosques o, en el mejor de los casos, bajo la alfombra, oculto en rellenos sanitarios, en una tecnología mal imitada de los gatos que entierran su producto metabólico”, dijo.
Recordó que estadísticas de la ONU revelan que en los últimos 50 años creció veinte veces la producción mundial de plásticos, por ello a inicios de 2017 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzó la campaña #MaresLimpios, que busca para el año 2022 eliminar los productos plásticos que causan 90% de la basura marina.
“Dañan ecosistemas marinos, especies mueren por comerlos o al quedar atrapadas en ellos desde muy chicas; también se fragmentan en micro plásticos, como los que fabricamos y se usan como pequeñas esferas en cremas y cosméticos defoliantes, los micro plásticos no son inertes y pueden ser portadores de tóxicos”, comentó.
Señaló que a fin de conocer algunos resultados de las estrategias que hoy se tienen para el manejo de residuos en ambos lados de la frontera, se realizará el Seminario Baja Sustentable “Manejo Binacional de Residuos Sólidos y su Impacto en el Océano”, buscando identificar áreas de oportunidad de mejora y colaboración.
Explicó que el seminario es organizado por el CIGA, con el patrocinio de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), una agencia científica del Departamento de Comercio de los Estados Unidos que está comprometida con la búsqueda de soluciones efectivas para evitar que los plásticos lleguen a los océanos.
Asimismo, con el apoyo del gobierno de la ciudad de San Diego, del Tiuana River National Estuarine Research Reserve (Reserva Nacional de Investigación del Estero del Río Tijuana) y de la Canaco de Tijuana; aclaró que será un seminario sin costo al público, pero los interesados deben escribir al correo aeguiarte@trnerr.org para confirmar asistencia.
Detalló que el seminario se realizará el 21 y 22 de marzo; en el primer día incluirá conferencias de 9 a 14 horas en el edificio de la Canaco Tijuana, seguido por una visita al relleno sanitario de Valle de las Palmas; el segundo día será del lado americano y constará de recorridos al Border Field State Park y al Relleno Sanitario de Miramar.
Tras mencionar que, según un informe publicado en 2015 por el PNUMA, cada año llegan al mar 20 millones de toneladas de plásticos, afectando a muchas especies, el maestro en bioingeniería habló también de los materiales orgánicos, es decir, los productos y residuos de origen vegetal o animal, mismos que sí son biodegradables.
“Cuando la materia orgánica biodegradable es arrastrada a ríos, lagos y océanos y es descompuesta por la actividad microbiana por ser biodegradable, su impacto en el océano es terrible, acabando con el oxígeno disuelto del agua y, por ello, con la vida acuática, de modo que no es la característica biodegradable o no biodegradable lo que perjudica, sino el manejo de los residuos”, remarcó.
Zavala Álvarez indicó que no hace mucho tiempo que la principal característica deseable y muy apreciada en los productos era su tiempo de duración, que soportaran diferentes usos y diversas temperaturas, humedad, salinidad, radiación solar, presión, corrosión, pero luego llegó un tiempo de productos de vida corta, desechables.
Los productos de un solo uso, añadió, son muy útiles y funcionales en nichos como salud, donde las condiciones sanitarias son muy importantes y pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte, evitando infecciones en cirugías hospitalarias, rutinas de curaciones frecuentes, etcétera; en el caso de los alimentos, mejoraron los alcances de la distribución.
“Nuevos materiales en envases alargaron la vida de anaquel, mejorando los alcances de distribución entre productores y consumidores, bajando costos de almacén y flete, pero la producción masiva abarató estos materiales hasta llegar al uso trivial que hoy nos asfixia con popotes, bolsas del mercado y banderas políticas para vestirse de verdes”, opinó.
El ingeniero bioquímico explicó que no hace tanto que los materiales se “curaban” para hacerlos resistentes a la actividad microbiana; por ejemplo, para hacer la madera no biodegradable o más duradera se aplicaban bactericidas como pinturas o aceite, y los productos metálicos eran cubiertos con pinturas o resinas para hacerlos resistentes a la corrosión y más duraderos.
Agregó que en la atención de problemas compartidos en la frontera se requiere aplicar conceptos de economía circular y no solo buscar soluciones al final del tubo, pues en la frontera Tijuana-San Diego podrían retenerse con valor marginal los materiales en la parte alta de la cuenca del Río Tijuana, fortalecer su cadena de valor y reducir la contaminación.