Ferriz, el que a lengua mata, por su lengua muere

LUIS FARÍAS MACKEY

Para ser independiente, Pedro tiene mañas de partido | Luis Farías Mackey

Escuché una entrevista de Pedro Ferriz con Carlos Marín, que no admite desperdicio.

Empieza Pedro, con una actitud un poco más que sobrada, afirmando que él es más famoso que cualquier otro aspirante independiente por su exposición mediática a lo largo de muchos años.

Sin duda le asiste la razón, pero ser famoso no necesariamente implica ser aceptado o tener liderazgo.

En el mismo tenor, sostiene que él es más conocido que ninguno otro. Nuevamente acierta, pero el ser conocido implica que sus positivos y negativos son del saber público, y bien pudiera que ser tan conocido pese en su contra.

A mayor abundamiento, es conocido como comunicador, no como político. Venderse toda una vida como pontífice mediático y despertarse un día convertido en político y aspirante a Presidente, no necesariamente ayuda y sí puede perjudicarle.

Fama, conocimiento y popularidad son elementos que sin duda requiere quien aspira al poder, pero ser famoso, reconocido y popular no implica, per se, idoneidad para la política activa. Juan Gabriel era muy famoso, pero no creo que hubiese ganado ni una regiduría; el Canelo goza de gran popularidad, pero difícilmente pudiese desempeñarse como Senador y Cuauhtémoc Blanco es una estrella del futbol, pero una nulidad gobernando.

Cuenta Ferriz a Marín, que en una conferencia con cinco mil asistentes –lo que me parece un poco exagerado– todos levantaron la mano cuando preguntó si votarían por un independiente; no obstante, de los cinco mil, solo cuarenta le firmaron apoyos. Esa es la diferencia entre la democracia a mano alzada y la de formalidades de ley.

Por otro lado, en su propias palabras está señalando que entre muchos que apoyarían a un independiente, poquísimos lo apoyaron a él.

Lo más lamentable de su razonamiento es que si alguien menos conocido y famoso que él le aventaja en la recolección de firmas es porque las compra.

Su afirmación es temeraria e infamante. Y quien afirma está obligado a probar.

Puede que como comunicador haya abusado de este tipo de afirmaciones irresponsables sin daño en su carrera, pero que en tanto aspirante a un cargo público impute conductas ilegales a la generalidad de sus contrincantes es ignominioso y, sin duda, hallará pronta respuesta.

Hace una semana, en otro road show mediático, se montó en la investigación y reporte del INE sobre irregularidades en algunos registros de aspirantes a independientes al Senado.

En la cresta de la ola, alegó haber realizado una investigación periodística en diciembre, sin aclarar por qué se esperó hasta que saliera el INE a mediados de enero para hacerla publica.

Ahora bien, si anda realizando investigaciones periodísticas en vez de recabar firmas, que no se sorprenda de su bajo rendimiento.

Fiel a su ánimo mediático y oportunista, presentó su denuncia ante el INE, a sabiendas de que la autoridad competente es la FEPADE.

Ahora alega, ante los micrófonos de López Dóriga, ser objeto de una persecución por parte del INE, debido a que se le solicita dar información circunstanciada de tiempo, modo y lugar de la investigación del ilícito que denuncia y dice haber investigado.

Si la investigó y denunció, es su deber aportar todas las pruebas que obren en su poder. Cuando se presenta una denuncia y se es convocado a aclarar partes de la misma, a efecto de poder darle debido curso, no se es sujeto a persecución, sino coadyuvante de una acción de la justicia por él impulsada.

Sostiene que a quien le corresponde investigar es al INE, pero por igual que él ya investigó; por qué entonces no presenta su investigación. ¿No es ello obstrucción y simulación de justicia?

Pero Pedro es victima de su propio engaño. Jamás realizó investigación alguna, menciona a un supuesto Juan Manuel en Jalisco que le ofreció un millón de credenciales a razón de ocho pesos por credencial.

Si así fuese, tendría que explicar a la justicia quién, cuándo, dónde y cómo sucedió ese contacto, por qué aceptó el arreglo para realizar su supuesta investigación, en lugar de denunciarlo oportunamente a las autoridades; por qué se esperó hasta después de que el INE diera a conocer su informe; por qué se prestó a un hecho ilícito y por qué no aporta todas la pruebas que dice tener.

Su caso me recuerda a aquel periodista de triste memoria en su paso por el medio electoral, Jesús Cantú, que para demostrar que se podía delinquir con las credenciales de elector delinquió sacando una falsa. Su aserto era tan absurdo que partía del desconocimiento de lo evidente: la ley puede ser violada. Su violación es de suyo un supuesto de la norma, de suerte que la ecuación siempre es: una conducta debe ser, y si no lo es, procede ser sancionada. La previsión de la sanción ante la posibilidad de que una norma sea violada, acredita el escenario de su desobediencia.

Menudo lío en el que se metió el comunicador que juega a ser político.

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Más aún, cuando debiendo reportar sus ingresos y gastos en un plazo no mayor a tres días hábiles de efectuados, al lunes de la semana pasada no había reportado nada al INE. Ese es de suyo un ilícito que lo pone con dos píes fuera de la jugada. Y no requiere mayor investigación que abrir la página del INE.

Muy bueno para clamar que le quiten a sus contendiente porque, dice él, compran credenciales, pero omiso en el cumplimiento de sus obligaciones legales ante la autoridad y ante el compromiso de transparencia que, también dice, enarbola en su aspiración ante la ciudadanía.

Para ser independiente, Pedro tiene mañas de partido.

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